El mundo de las matemáticas ha reconocido hoy, jueves 27 de marzo de 2008, a dos eminentes científicos matemáticos con el anuncio de la concesión del Premio Abel 2008 por la Academia Noruega de Ciencias y Letras. El anuncio se realizó en Oslo, en la sede de la misma academia (hora 12:00 PM GMT+1:00).
Los dos galardonados son:
Graduate Research Professor, Universidad de Florida,
Profesor Honorario, Universidad de Cambridge
Profesor Honorario, Collège de France, París
Ambos distinguidos profesores han sido reconocidos “por sus profundos logros en Álgebra y, en particular, por dar forma a la Teoría de Grupos moderna”. La citación completa del Comité Abel está en este enlace. El video del anuncio está en este otro enlace.
El premio de este año tiene un valor de 6 millones de coronas noruegas (aproximadamente 1.2 millones de dólares o 750 mil euros), que se reparte entre los co-ganadores. La entrega de los premios será el 20 de mayo en la Universidad de Oslo.
El Premio Abel fue establecido en el 2001 con el aporte un fondo de 200 millones de coronas noruegas por el gobierno noruego. Fue parte de la celebración del 200.º aniversario del nacimiento del genial matemático noruego Niels Henrik Abel (1802 – 1829), quien en su corta vida, terminada a destiempo a sus 27 años por causa de su tuberculosis, hizo aportes importantísimos a las matemáticas. La primera entrega de este premio tuvo lugar en el 2002. La triste historia de Abel es una de las muchas que conocemos en la historia que nos hace preguntar: ¿qué más pudo haber creado y aportado de haber vivido más tiempo y en mejores condiciones?
El Premio Abel es uno de los varios premios de prestigio mundial que se otorga en el mundo de las matemáticas. La Unión Matemática Internacional (International Mathematical Union — IMU) otorga cada cuatro años tres premios:
La próxima entrega de estos premios será en el 2010.
El Premio Ramanujan está dedicado a matemáticos provenientes de países en vías de desarrollo, menores de 45 años, que hayan realizado labores destacadas de investigación en un país en vías desarrollo. Fue creado por el Centro Internacional para la Física Teórica (International Centre for Theoretical Physics — ICTP) y la IMU, con aportes monetarios del Fondo Memorial Niels Henrik Abel. Se otorga anualmente desde el 2005.
Por otra parte, la Association for Computing Machinery (ACM), la primera sociedad científica y educativa del mundo para la computación, establecida en 1947, otorga su Premio A. M. Turing anualmente desde 1966 para distinguir contribuciones técnicas destacadas y perdurables al campo de la computación.
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Una de las mayores creaciones del ingenio y la inteligencia de los humanos, las matemáticas en su máxima expresión resultan tan abstractas e impenetrables para la mayoría de los mortales, pero a la vez —no caben dudas— poseedoras de una belleza extraordinaria tan palpables para los afortunados que dominan sus misterios. Aún sin necesidad de llegar a comprender sus puntas cimeras, podemos percibir claramente su belleza en las demostraciones deductivas de la geometría, con las cuales cada uno de nosotros tuvimos que lidiar en nuestra niñez o adolescencia. Al genio de Euclides todos le debemos ese disfrute (o dolor de cabeza para los que las odiaron como estudiantes). Su obra Los Elementos, escrita alrededor del año 300 a.C., es uno de los monumentos del intelecto humano.
El mundo les debe inmensamente a todos los grandes genios matemáticos (y otros estelares meritorios de menor calibre), que ensimismados en sus números, fórmulas abstractas, deducciones, síntesis, y disfrutando su propio mundo de belleza invisible, han logrado avanzar su ciencia, muchas veces —quizás la mayoría de los casos— sin esperar, ni necesitar la recompensa de ver que sus logros tengan aplicaciones prácticas concretas. Para muchos de ellos su principal motivación era la belleza de las matemáticas per se, y nunca llegaron a ver durante su vida la aplicación práctica del producto de su intelecto.
Pero indudablemente las matemáticas sí tienen aplicaciones prácticas —y ciertamente muchas—, y han sido la base de una gran parte de los avances científicos, tecnológicos, y de otras índoles de la humanidad. Sin las matemáticas no hubiesen sido posibles los viajes a la luna, los satélites de telecomunicación, la aviación, la informática, el Internet, la Web. Ni la banca y todo el sistema financiero. La lista continúa y es casi interminable. Y esta entrada no hubiese sido escrita, al menos no en este medio. Aún en disciplinas como la psicología, sociología, medicina, o genética las matemáticas juegan su papel.
Cuando en el siglo XIX se comenzó a desafiar la geometría de Euclides —ese bastión que duró sin contrincantes por más de dos milenios—, no invalidándola sino ampliando el campo con la geometría no-euclídea, seguramente ninguno de sus creadores, Lobachevsky, Bolyai, y Riemann, trabajaron pensando en las aplicaciones prácticas que pudiera tener. Pero décadas más tarde, a principios del siglo XX, Albert Einstein se apoyó en la geometría de Riemann para revolucionar la física y nuestra comprensión del universo con su teoría general de la relatividad.
A todos esos grandes matemáticos de la historia, desde Euclides —y otros antes que él— hasta los contemporáneos, les debemos nuestro respeto y agradecimiento.
Imagen
Niels Henrik Abel y su firma
Wikimedia
http://en.wikipedia.org/wiki/Image:Niels_Henrik_Abel2.jpg
Thursday, March 27, 2008
Premios Abel 2008
Monday, March 17, 2008
La maravilla de la vida
«Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte.» [1]
Gabriel García Márquez
Comparto hoy algunas reflexiones muy personales sobre la vida, ese extraordinario milagro que maravilla y asombra, pero todavía desvalorizada, pisoteada e irrespetada en innúmeras ocasiones. Captar la magnificencia de ese milagroso fenómeno, divino o producto de la naturaleza —no importa tanto acá si uno es religioso o no—, es a mi parecer un preludio necesario para apreciarla y respetarla.
Mi primera participación activa en el mundo de los blogs fue un comentario que escribí en una entrada publicada por una amiga. Fue escrito en un café Internet de Bávaro (zona próxima a Punta Cana, Rep. Dominicana), el 14 de junio de 2005 a las 9:48 PM. Reproduzco a continuación, con mínimas correcciones, una porción de ese comentario, por cuanto manifiesta la esencia del asombro que me provoca la vida:
Ayer me pasó un pequeño episodio que me hizo recordar algo del que cada vez más tomo consciencia. En mi nueva casa temporal, el desorden no está ausente, y el calor es casi omnipresente. Los ocasionales insectos visitantes tampoco es un fenómeno extraño [2], dado lo nuevo de la construcción, y su proximidad a un campo cubierto de gramas. En la mañana, durante el ajetreo y la prisa por salir a la oficina, una polilla estaba estacionada frente a una ventana cerrada, esperando por alguna oportunidad para salir. Desde hace ya mucho tiempo que siento respeto por toda clase de vida, por lo que deseaba abrir la ventana para que la visitante pudiera salir libremente. El tiempo era apremiante, por lo que decidí aplazar la acción hasta la hora del almuerzo. Tristemente, la pequeña visitante de “especie inferior” no aguantó, y para cuando llegué para el almuerzo ya había fallecido.Es pertinente hacer algunas aclaraciones a ese comentario. Lo primero es una rectificación: el Homo sapiens no es la única especie con capacidad de pensamiento abstracto; estudios científicos han demostrado que algunos primates también poseen esa capacidad. Pero eso realmente no disminuye en nada lo extraordinario y asombroso tanto de esa capacidad, como del hecho que algunas especies altamente evolucionadas la posean. Lo segundo es que el año 2005 fue el 60.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, y un grupo de amigos sostuvimos un interesante intercambio de mensajes, artículos y opiniones con respecto a esa conflagración. Los bombardeos y genocidios mencionados se referían a los sucedidos en la Segunda Guerra Mundial.
Una polilla viva más o una menos no hace “ni ji ni ja” al mundo terrestre, y mucho menos al espacio infinito de todo el universo. Pero sí sentí una tristeza por la partida de una vida, cuya finalización quizás pude haberla aplazado. El hecho es que con todas estas discusiones que hemos sostenido de los bombardeos, genocidios, y ahora con los terroristas suicidas, a veces olvidamos de poner en su verdadera perspectiva lo invaluable de la vida. En un fenómeno “milagroso” la naturaleza (si es que deseamos excluir a DIOS de esto) hizo que de la materia inerte se formaran seres animales que con el tiempo han evolucionado a un nivel que podamos, los humanos, disfrutar del don de la consciencia, de los sentimientos, de la inteligencia, etc. Del instinto primitivo de la autoconservación, y del egoísmo por la supervivencia personal, hemos podido evolucionar hasta poseer el sentimiento de pertenecía a una comunidad, del altruismo y del amor desprovisto totalmente de egoísmo e interés. Algo realmente milagroso. Así, encuentro absolutamente invaluable la vida.
Unos meses atrás fui testigo de un instante que para mí fue una revelación: cuando le pregunté a mi sobrinita de menos de dos años si sabía de algo (no recuerdo exactamente ahora qué era) ella de repente me contesta con un “yo no sé”. Estaba revelando por primera vez su asombrosa naturaleza humana, con su inherente capacidad de consciencia, de poder asimilar un concepto abstracto, que en este caso era el de tener o no un conocimiento. Una capacidad realmente asombrosa y extraordinaria, que entre todas las formas de vidas que conocemos, los humanos somos los únicos privilegiados en poseerla.
En la escena inicial de la película Saving Private Ryan de Spielberg, sobre el asalto a la playa Omaha del día D de la invasión de Normadla, vemos esa cantidad inmensa de vidas jóvenes acercándose indefensamente a su muerte, y si lo comparamos al extraordinario esfuerzo que, por ejemplo, se realiza en una sala de emergencia de un hospital para tratar hasta el último recurso de salvar a una vida, una sola, se nos hace tan palpable lo ridículo y absurdo de las guerras. Desde pequeño ese contraste entre la forma como se pierden impotentemente las vidas en las guerras, en cantidad mayúscula, y el esfuerzo extraordinario que diariamente hacemos por preservarla, siempre me ha parecido algo incomprensible.
Bueno, dejo este tema abierto, para seguir en otro momento, que ahora en este café Internet de Bávaro, con un bar al lado y una bocina con bachatas a altos decibeles, no puedo realmente concentrarme bien. Espero que los demás dilatantes se animen a participar en nuestras “conversaciones” en este nuevo escenario.
Cada vida humana es única e irrepetible, sin importar si uno crea o no en la reencarnación, “vida posterior”, el paraíso, o la resurrección. Las circunstancias, condiciones, y personas con las cuales nos han tocado convivir no se repetirán aún si resucitáramos en otra vida terrenal. Cada vida constituye un fenómeno, una sucesión de experiencias, de ocurrencia única e irrepetible en la historia de todo el universo. Con toda su fragilidad, la unicidad y lo irrepetible de cada vida humana la hacen valiosa en grado supremo. Y la hace merecedora del mayor respeto y esfuerzo de preservación por parte de sus congéneres.
Pero toda la maravilla de la vida no se limita exclusivamente a los seres humanos, ni a las especies superiores altamente evolucionadas. La comparten las 1.8 millones de especies de vida identificadas por los científicos y las otras muchas aún por descubrir en nuestro planeta Tierra [3].
La milagrosa vida ya ha sobrevivido a cinco grandes episodios de cataclismos, causantes de extinción de especies en masa en los últimos 500 millones de años [4], siempre evolucionando. Está presente hoy en todos los rincones, desde el Everest hasta la mayor profundidad del fondo de los océanos, desde el Sahara hasta el interior de los hielos polares. Y aún en el interior de la superficie terrestre.
Una escena de una película francesa ha permanecido vívida en mi memoria, aún después de muchos años. Un hombre le narra a su pareja las palabras de una persona famosa: si tuviera que salvar en un incendio un cuadro de Rembrandt o un gato, salvaría al gato y luego lo soltaría para dejarlo irse libremente.
Preservar la vida y no destruirla parece más lógico y natural. Y lo es, sin dudas.
Notas
[1] Gabriel García Márquez, La soledad de América Latina, Disertación del Premio Nobel de Literatura 1982, 8 de diciembre de 1982, http://nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1982/marquez-lecture-sp.html, (17 de marzo de 2008).
[2] Los insectos no eran los únicos visitantes que llegaban sin invitaciones: las tarántulas y los escorpiones también hacían ocasionalmente sus apariciones. Años antes ya había tenido “encuentros directos” con las tarántulas por lo que no mortificaron demasiado, pero los escorpiones sí provocaron cierta ansiedad por ser la primera vez que las veía en vivo, y por su fama de ser bastante venenosos. Afortunadamente son muy lentos en su movimiento, y luego de ciertas investigaciones en la Web también me dí cuenta que el veneno de la mayoría de las variedades de escorpiones no es mortal para los humanos.
[3] Algunas fuentes estiman que el número total de especies en la Tierra es entre 5 y 100 millones: Andrea Thompson, “Greatest Mysteries: How Many Species Exist on Earth?”, Live Science, 3 de agosto de 2007, http://www.livescience.com/strangenews/070803_gm_numberspecies.html, (16 de marzo de 2008).
[4] Charles Q. Choi, “Greatest Mysteries: What Causes Mass Extinctions?”, Live Science, 8 de agosto de 2007, http://www.livescience.com/strangenews/070808_GM_mass_extinctions.html, (16 de marzo de 2008).
Foto
Zebra Feeding
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Tuesday, March 4, 2008
Música para el alma (2)
Daniel Barenboim y la Orquesta Filarmónica de Berlín interpretan a Wolfgang Amadeus Mozart: el Concierto para Piano y Orquesta n.º 21 (K. 467), 2.º movimiento.
La música eterna de Mozart, interpretada por un gran pianista y director, y una primerísima orquesta. Esta bellísima y sublime pieza es bastante conocida popularmente porque fue usada en la película sueca Elvira Madigan (1967).
La belleza, en sobrada abundancia, sí existe en el mundo. Tanto en la naturaleza como en las creaciones de nuestra civilización humana. Sus manifestaciones están allí afuera palpables. Sólo faltan tener el deseo y la voluntad de verlas; los ojos abiertos, y los sentidos receptivos.
Disfruten.