Lamentablemente las limitaciones del tiempo no me permiten escribir tanto como me gustaría. Reproduzco a continuación, con mínimas correciones, un mensaje electrónico que envié a varios amigos, el martes, 20 de mayo de 2003, con relación a la película The Hours (del director Stephen Daldry, 2002), que es una de mis favoritas.
From: Y.E.L.
Sent: Tuesday, May 20, 2003 3:22 AM
To:
Subject: The Hours
Mis estimados:
Desde hace varias semanas he estado siendo perseguido por el deseo de escribirles un mensaje para comentarles un poco la fortísima impresión que me dejó la película The Hours (Las horas). Lamentablemente diversos factores me habían impedido concretizarlo. Entre esos factores estaban la escasez del tiempo y la visita de Morfeo (el señor y amo de los sueños) a estas horas de la madrugada (que son las horas que frecuento el espacio cibernético), venciendo mi voluntad y deseo. Sin embargo, quizás el factor más importante era que simplemente no sabía con claridad qué exactamente plasmar en este mensaje.
Hoy, empero, con la ayuda de una dosis de chocolate caliente (una de mis debilidades) cerca del mediodía, que me ha dejado todo el día entero hiperactivo, parece que por fin toma forma el mensaje.
Existen películas que cuando acabo de verlas me dejan impactado y pensativo por un buen rato, sentado en la butaca de la sala del cine, sin deseos de salir de la sala. Son películas que de alguna manera me tocan profundamente. Películas como The Mission (La misión), Gandhi, Shine, Schindler’s List (La lista de Schindler), Moulin Rouge, etc. El impacto que describo se puede manifestar igualmente en el contacto con otras manifestaciones artísticas. Así, ese mismo tipo de impacto se percibe ocasionalmente cuando uno tiene la dicha de haber presenciado una gran interpretación de una pieza musical en una sala de concierto, solo que en esos momentos uno no se queda pensativo y callado, sino que se levanta de su asiento y aplaude con vehemencia, como deseando descargar la emoción percibida y contenida dentro de uno. No he tenido la fortuna de encontrarme con una pintura que me cause un impacto tan profundo y conmovedor que casi me haga llorar (como he leído que pasan con algunas personas, pero no he sido uno de esos afortunados). No lo hizo ni siquiera la Guernica de Picasso.
Recientemente pasaron por nuestras salas dos de esas películas. La primera de ellas fue The Pianist (El pianista) del afamado director polaco-francés Roman Polanski, en una función de una sola noche, hace poco más de dos meses, de un sábado en el pasado Festival de Cine de Santo Domingo. Lamentablemente la película aún no ha llegado a las salas comerciales del país. Si en alguna ocasión tienen la oportunidad de verla, no la dejen pasar. Es realmente un gran tributo al espíritu humano, basado en una historia real, con bellísimas piezas musicales de Chopin, a parte de mostrar hasta dónde puede conducirnos la intolerancia de los hombres. Es otra película que fácilmente la vería una o dos veces más.
La otra película fue The Hours, la cual vi un total de cuatro veces (!) en las seis a ocho semanas que estuvo proyectándose en las salas de estreno de Santo Domingo. Pensarán que soy ridículo, pero amén, si ustedes han recibido este mensaje es porque son amigos míos de confianza y no temo que vayan a pensar que soy ridículo.
¿En qué consiste esa especie de fascinación que me provocó la película The Hours? En su bellísima música (creo que original para esa película), usada magistralmente para dramatizar muchas escenas. Su extraordinario (en la acepción fuera-de-lo-ordinario) libreto y montaje (edición), con las escenas de las tres historias entrelazadas fluidamente. Las brillantes actuaciones de las tres actrices principales. Pero por encima de todo eso, creo que la película contiene escenas y diálogos que impactan profundamente y/o que llaman a la reflexión seria (por lo menos ocurrió conmigo).
La primera escena que me fascinó fue la de Virginia Woolf junto a su sobrinita realizando el «funeral» de la pequeña ave. La parte final de esa escena, con Virginia Woolf recostándose en el suelo y viendo a la difunta ave, dramatizada con el excelente tema musical de la película, muestra a la gran escritora compasiva (y quizás extraordinariamente sensible), cual tratando de comunicarse con el alma de la criatura (o quizás con Dios), mientras su hermana y los niños, ocupados en juegos triviales, permanecen totalmente ajenos a su introspección. La segunda escena fue la que se desarrolló en la estación del tren entre Virginia Woolf y su esposo. Las palabras que salieron de los labios de Nicole Kidman, interpretando a la escritora desgarrada por la existencia hiper-llana de Richmond, declarando finalmente que si tuviera que elegir entre esa vida y la muerte, preferiría esta última, tocan hondamente a las fibras. La escena concluye con unas palabras sabias: «You cannot find peace by avoiding life» («No puedes encontrar la paz evitando la vida»). La otra escena que deja mucho que pensar fue la escena de la Sra. Dalloway (Meryl Streep) con su hija, cuando le cuenta que en sus visita a Richard (el poeta) se siente llena de vida, pero a la vez percibe que éste le lanza esa mirada como diciéndole «Your life is so trivial» («Tu vida es tan trivial»), llena de cosas diarias, rutinarias. ¿No es eso realmente atemorizante que la vida de uno solo consista de esos detallitos rutinarios, sin rumbo, ni objetivos por los que verdaderamente valgan la pena luchar?
A mí se me hizo incomprensible que Chicago haya ganado el Óscar a la mejor película por encima de The Hours, y también de The pianist y hasta de Gangs of New York (con el perdón de M.). Me resulta aún más extraño por el hecho de que Moulin Rouge no haya ganado el año pasado (perdonen ahora L. y M.O.), siendo, para mí, una mejor película que Chicago.
Bueno, ya es suficiente, y paro ahora mis divagaciones a estas horas de la madrugada. Si algunos de ustedes tienen comentarios u opiniones, ¡sean estos bienvenidos!
Imagen
Virginia Woolf a sus 20 años. Foto por George Charles Beresford (1902). Fuente: Wikimedia Commons
http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:VirginiaWoolf.jpg
Sent: Tuesday, May 20, 2003 3:22 AM
To:
Subject: The Hours
Mis estimados:
Desde hace varias semanas he estado siendo perseguido por el deseo de escribirles un mensaje para comentarles un poco la fortísima impresión que me dejó la película The Hours (Las horas). Lamentablemente diversos factores me habían impedido concretizarlo. Entre esos factores estaban la escasez del tiempo y la visita de Morfeo (el señor y amo de los sueños) a estas horas de la madrugada (que son las horas que frecuento el espacio cibernético), venciendo mi voluntad y deseo. Sin embargo, quizás el factor más importante era que simplemente no sabía con claridad qué exactamente plasmar en este mensaje.
Hoy, empero, con la ayuda de una dosis de chocolate caliente (una de mis debilidades) cerca del mediodía, que me ha dejado todo el día entero hiperactivo, parece que por fin toma forma el mensaje.
Existen películas que cuando acabo de verlas me dejan impactado y pensativo por un buen rato, sentado en la butaca de la sala del cine, sin deseos de salir de la sala. Son películas que de alguna manera me tocan profundamente. Películas como The Mission (La misión), Gandhi, Shine, Schindler’s List (La lista de Schindler), Moulin Rouge, etc. El impacto que describo se puede manifestar igualmente en el contacto con otras manifestaciones artísticas. Así, ese mismo tipo de impacto se percibe ocasionalmente cuando uno tiene la dicha de haber presenciado una gran interpretación de una pieza musical en una sala de concierto, solo que en esos momentos uno no se queda pensativo y callado, sino que se levanta de su asiento y aplaude con vehemencia, como deseando descargar la emoción percibida y contenida dentro de uno. No he tenido la fortuna de encontrarme con una pintura que me cause un impacto tan profundo y conmovedor que casi me haga llorar (como he leído que pasan con algunas personas, pero no he sido uno de esos afortunados). No lo hizo ni siquiera la Guernica de Picasso.
Recientemente pasaron por nuestras salas dos de esas películas. La primera de ellas fue The Pianist (El pianista) del afamado director polaco-francés Roman Polanski, en una función de una sola noche, hace poco más de dos meses, de un sábado en el pasado Festival de Cine de Santo Domingo. Lamentablemente la película aún no ha llegado a las salas comerciales del país. Si en alguna ocasión tienen la oportunidad de verla, no la dejen pasar. Es realmente un gran tributo al espíritu humano, basado en una historia real, con bellísimas piezas musicales de Chopin, a parte de mostrar hasta dónde puede conducirnos la intolerancia de los hombres. Es otra película que fácilmente la vería una o dos veces más.
La otra película fue The Hours, la cual vi un total de cuatro veces (!) en las seis a ocho semanas que estuvo proyectándose en las salas de estreno de Santo Domingo. Pensarán que soy ridículo, pero amén, si ustedes han recibido este mensaje es porque son amigos míos de confianza y no temo que vayan a pensar que soy ridículo.
¿En qué consiste esa especie de fascinación que me provocó la película The Hours? En su bellísima música (creo que original para esa película), usada magistralmente para dramatizar muchas escenas. Su extraordinario (en la acepción fuera-de-lo-ordinario) libreto y montaje (edición), con las escenas de las tres historias entrelazadas fluidamente. Las brillantes actuaciones de las tres actrices principales. Pero por encima de todo eso, creo que la película contiene escenas y diálogos que impactan profundamente y/o que llaman a la reflexión seria (por lo menos ocurrió conmigo).
La primera escena que me fascinó fue la de Virginia Woolf junto a su sobrinita realizando el «funeral» de la pequeña ave. La parte final de esa escena, con Virginia Woolf recostándose en el suelo y viendo a la difunta ave, dramatizada con el excelente tema musical de la película, muestra a la gran escritora compasiva (y quizás extraordinariamente sensible), cual tratando de comunicarse con el alma de la criatura (o quizás con Dios), mientras su hermana y los niños, ocupados en juegos triviales, permanecen totalmente ajenos a su introspección. La segunda escena fue la que se desarrolló en la estación del tren entre Virginia Woolf y su esposo. Las palabras que salieron de los labios de Nicole Kidman, interpretando a la escritora desgarrada por la existencia hiper-llana de Richmond, declarando finalmente que si tuviera que elegir entre esa vida y la muerte, preferiría esta última, tocan hondamente a las fibras. La escena concluye con unas palabras sabias: «You cannot find peace by avoiding life» («No puedes encontrar la paz evitando la vida»). La otra escena que deja mucho que pensar fue la escena de la Sra. Dalloway (Meryl Streep) con su hija, cuando le cuenta que en sus visita a Richard (el poeta) se siente llena de vida, pero a la vez percibe que éste le lanza esa mirada como diciéndole «Your life is so trivial» («Tu vida es tan trivial»), llena de cosas diarias, rutinarias. ¿No es eso realmente atemorizante que la vida de uno solo consista de esos detallitos rutinarios, sin rumbo, ni objetivos por los que verdaderamente valgan la pena luchar?
A mí se me hizo incomprensible que Chicago haya ganado el Óscar a la mejor película por encima de The Hours, y también de The pianist y hasta de Gangs of New York (con el perdón de M.). Me resulta aún más extraño por el hecho de que Moulin Rouge no haya ganado el año pasado (perdonen ahora L. y M.O.), siendo, para mí, una mejor película que Chicago.
Bueno, ya es suficiente, y paro ahora mis divagaciones a estas horas de la madrugada. Si algunos de ustedes tienen comentarios u opiniones, ¡sean estos bienvenidos!
Imagen
Virginia Woolf a sus 20 años. Foto por George Charles Beresford (1902). Fuente: Wikimedia Commons
http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:VirginiaWoolf.jpg
5 comments:
A mí me encanta el chocolate, frío o caliente; bueno, y templado también. De las que dices que te han dejado impactado sólo he visto dos, la de Gandhi y la de la lista de Schindler, a mí también me dejaron un tanto "allá", así que las otras me las apunto, bueno, la de "the hours" por descontado que también.
La del pianista la vi hace poco, recuerdo que era de esas que impactan y hubo una escena que me dejó de piedra, como ya la has visto, la recordaré un poco, cuando entran unos soldados a una casa y les dicen a todos que se levanten, habiendo un paralítico que no se puede levantar, aunque también lo intenta, pero no puede, así que los soldados lo tiran por la ventana con silla de ruedas y todo. Me pareció brutal, pero sobretodo porque me pareció que esas cosas pasaron de verdad, que no era un intento del director de dar más morbo, aunque tal vez también, sino de plasmar lo que ocurrió.
A mí no me parece ridículo, me parece muy bien que alguien haga lo apropiado para el momento, así sea ver una película 4 veces.
Perdona que me esté estendiendo tanto, pero... me es complicado cortarme. A mí me parece que la banda sonora es realmenet algo muy importante para una película, aunque a veces es importante por cómo nos afecta inconscientemente.
A veces los Oscars son muy imcomprensibles, a lo mejor es que hay mucha variedad de gustos o a lo mejor es que hay una gran mafia por detrás de todo ello.
1 abrazo
No es nada extraño que hayas visto la película cuatro veces. Sólo significa que, para ti, es realmente significativa. Tomo buena nota para ir a verla en cuanto tenga oportunidad. Si no estoy mal informada, no se está proyectando en los cines españoles, al menos en los de la Comunidad de Madrid.
Pasaba a darte una buena noticia. Parece que estoy recuperando mi entusiasmo por publicar en los blogs. Supongo que recibirías un correo en el que te indicaba el cambio. Este cambio ha tenido consecuencias. Éstas han sido que la configuración del blog no permite el cambio del correo. Así, pues, hay que empezar de nuevo. He vuelto con el blog "El juego de la palabra dada" que era lo menos complicado. Ya está en funcionamiento el nuevo. Si quieres, puedes tomar nota:
eljuegodelapalabradada-segundo.blogspot.com
"Humor, sociedad y poesía" que quedó interrumpido, me llevará mucho trabajo. El blog sigue existiendo el problema son los retornos porque se tienen que hacer con un correo inexistente y esta situación Blogger terminará por no tolerarla. Estoy planeando no sólo un nombre nuevo sino también modificar un poco el sentido de mis publicaciones.
Bueno, los fondos musicales de las películas -algo que no todos tienen en cuenta- sería terrible que faltara en las proyecciones. En mi opinión, las películas quedarían mutiladas. Quizás sepas de quién es la música, si lo puedes averiguar, te agradecería mucho que me lo dijeras.
Con todo el afecto de siempre.
¡Hola Yahuan!
Espero que te guste The Hours cuando tengas la oportunidad de verla. (Si deseas, me gustaría conocer tu impresión cuando la veas). Sobre El pianista, he puesto algunos comentarios en la entrada siguiente The Pianist, películas y otros temas. La escena que mencionas, no pienso que sea algo que el director Polanski o el guionista hayan inventado para impactar; más bien, pienso que ilustra algo que sucedía en esa gran tragedia. Si recuerdo correctamente, al final de esa escena, cuando los militares se marchan, pasan con su vehículo por encima de un hombre moribundo (aún con vida). Tal era el desprecio por la vida.
Estoy de acuerdo contigo en cuanto a la gran importancia de las bandas sonoras en las películas. Creo que algunas veces se abusa de la música y los sonidos, pero cuando se usa con maestría, agrega mucho.
Sobre los Óscares, pienso que muchos estarán de acuerdo que ha habido decisiones extrañas a lo largo de su historia. Algo interesante que he observado en estos últimos (4-5) años, es que las películas nominadas son realmente todas excelentes (en mi apreciación) y no todas ellas han sido necesariamente éxitos comerciales. El tema que salía a relucir, en algunos círculos, de que en los Óscares las consideraciones comerciales prevalecían sobre la calidad, bueno, me parece que no aplica en estos últimos años.
Abrazos.
P.D.: Aprecio y agradezco los comentarios, por lo que no dudes extenderte cuando lo desees (que tampoco mis propios textos suelen ser cortos):-)
Hola Franziska:
Gracias por avisarme (sí recibí también la notificación de tu cambio de dirección de correo electrónico). Realmente me da mucho gusto saber que has vuelto a la Web, y hayas decido continuar con tu blog (si algún día decidieras también dar continuación a Humor, sociedad y poesía, sea con la misma temática o con algo nuevo, sería también maravilloso). Ya paso por allá para visitarte.
Me extraña un poco que no puedas cambiar la dirección del correo electrónico dentro del blog. No sé si has intentado ir por:
Configuración => Comentarios => Correo electrónico de notificación de comentarios
Allí debería permitirte cambiar la dirección de correo electrónico a donde remitirían las notificaciones de comentarios.
The Hours es una película del 2002, por lo que creo que la manera más fácil de verla en la actualidad es en DVD o quizás en alguna ocasión aparece en la televisión.
El compositor de su música es Philip Glass (http://www.philipglass.com/). En su portal, hay muestras de su música, incluso la que compuso para esa película. Espero que la disfrutes.
¡Muchos abrazos!
Hola! de casualidad, buscando uno que otro review de "The Hours" me he encontrado con tu blog. No pienso que eres ridiculo por haberla visto 4 veces, ya que yo la he visto 9 contadas. Es una pelicula que me fascina, entristece, llena, paraliza, inspira etc.. no tengo palabras para explicar cuanto me gusta. La musica, los dialogos, son geniales! la actuacion ni hablar... y sobretodo la genialidad con la que logran unir las historias perfectamente sin crear caos ni confusion!
Que bueno encontrar alguien que disfrute tanto de esta como yo :)
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