Nuestra propia falibilidad
«Quizá esté yo equivocado y tú en lo correcto,El credo de Popper [1] es un llamamiento al diálogo, al intercambio y la crítica constructiva de ideas —propias y ajenas—. Un grito a favor de la tolerancia y la razón, y en contra del fanatismo y el autoritarismo. Es también un recordatorio de las limitaciones de nuestros conocimientos, de nuestra propia posibilidad de errar —como humanos al fin— y, en consecuencia, de la necesidad de ser modestos. Invita a un esfuerzo continuo por aprender de otros y de nuestros propios errores, y de tratar siempre de buscar y acercarnos a la verdad.
quizá con un esfuerzo a la verdad nos acerquemos».
Karl Raimund Popper
Aunque la idea parezca moderna, es realmente mucho más antigua: ya Sócrates e incluso el presocrático Jenófanes la practicaban y predicaban hace más de dos milenios.
Sus implicaciones prácticas son profundas y extensas. Ciertamente, muchas calamidades a lo largo de la historia humana hubieran sido evitados si se hubiera practicado esa idea.
Recordemos sólo la historia reciente. Millones de seres humanos de buena voluntad creyeron en el siglo XX en la infalibilidad del sistema comunista. Tuvieron fe en que podía conducirnos a una sociedad más humana, más justa. Pero la realidad resultó ser otra: en la práctica, en vez de eso, produjo dictaduras, gulags, campos de concentración, pobreza, restricción de libertad, presos políticos y millones de muertos. (No olvidemos que muchísimos intelectuales —personas educadas, inteligentes y pensantes— en el Occidente y en otras partes del mundo estuvieron a favor de ese sistema y lo apoyaron).
El fanatismo ideológico nos trajo también los fenómenos del nazismo y fascismo. Y hoy el mundo sufre las consecuencias de los fanatismos religiosos y las violencias que han desencadenado.
Personalmente pienso que lo más sorprendente (al menos inicialmente) es darnos cuenta que esa idea es también aplicable a nuestros conocimientos científicos —incluso en las ciencias naturales—. A pesar de la rigurosidad del método científico, las teorías científicas sólo se basan en los conocimientos que se posee hasta el momento. Al aflorar nuevos conocimientos, algunas teorías son sustituidas por otras, algunas viejas descartadas, corregidas, o ampliadas y mejoradas. Un ejemplo conocido —quizás el más notable— lo tenemos en las teorías de Newton y la mecánica clásica: en el siglo XX fueron reemplazadas por la teoría de la relatividad de Einstein y poco después surgió la mecánica cuántica.
Quienes seguimos con interés los avances de la medicina y la fisiología, vemos con frecuencia que suposiciones aceptadas son descartadas posteriormente. (Y si nos remontamos a la historia de la medicina, nos encontramos con tratamientos totalmente erróneos que eran comúnmente practicados en siglos pasados).
En la medida en que aumentan nuestros conocimientos, afloran también más interrogantes. Mientras más conocemos, se acrecienta nuestra consciencia de nuestra propia ignorancia.
Hoy estamos pagando las consecuencias de otra falla del conocimiento humano: el descalabro del sistema financiero internacional. Una de las razones que se señalan es la falla de una de las premisas, la de que el sistema bancario y sus actores podían autorregularse, actuando siempre a favor de los intereses de los accionistas.
A la vista de todo eso, la humildad luce necesaria. Siempre.
Incluso en ámbitos mucho más reducidos, nos beneficiamos con la aplicación de la idea de Popper. Imaginen cuántos conflictos interpersonales entre esposos, familiares, amigos, colegas, y hasta entre desconocidos se pudieran resolver si nos mantenemos abiertos al diálogo, y estemos dispuestos a admitir nuestra propia falibilidad y a escuchar y aprender de los otros. (Claro, esa actitud debe ser recíproca y no unilateral).
Afortunadamente existen muchos seres humanos de buena voluntad que buscan afanosamente la fórmula para convertir este mundo en un lugar mejor, para hacer de la humanidad más humana. Me parece que obrarían bien en incorporar la idea de Popper como una de las bases de dicha fórmula.
Nota
[1] En inglés original es “I may be wrong and you may be right, and by an effort, we may get nearer to the Truth”, publicado por primera vez en Open Society (1945, volumen II, capítulo 24). La cita en español que hemos seguido aquí viene de:
K.R. Popper, “Introducción”, El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionalidad (The Myth of the Framework: In Defence of Science and Rationality), trad. al español M.A. Galmarini, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 2005, p. 13.
Imagen
La Discussion politique. Pintura por Émile Friant (1889). Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Friant_La_Discussion_politique.jpg