Luego de las festividades navideñas y del fin de año, llegan y tocan a nuestras puertas los días de nuevo año 2008. Con ellos llegan los deseos, esperanzas, anhelos, y promesas que todos tenemos, de una índole u otra. Comienzo el año 2008 con esta entrada compartiendo algunas reflexiones personales.
I
¿Nos habituamos y olvidamos de los hechos incorrectos?
“…en muchos lugares del mundo la violencia ha calado tanto que las personas, niños inclusive, ya se han acostumbrado totalmente a ella. ¿Habrán visto en TV imágenes del medio oriente donde durante las celebraciones es costumbre disparar hacia arriba con pistolas y rifles, portados libremente por los hombres, como si fueran fuegos artificiales?
“Los humanos somos criaturas que nos acostumbramos y nos adaptamos rápidamente. Quizás la evolución nos ha dado esa herramienta para aliviar nuestras existencias. De no ser así, posiblemente el mero hecho de ponernos unos lentes, de las mujeres en su época ponerse unos corsés, o de los jóvenes hoy día ponerse unos jeans bien apretados, serían actos excesivamente insoportables. Pero no los son porque a los pocos días ya ni siquiera nos ‘recordamos’ que tenemos los lentes puestos, o de que los jeans nos están torturando. Esa adaptabilidad humana nos hace pasar por alto muchos hechos a nuestro alrededor, muchas veces violencias silenciosas.
“Algunos de ustedes recordarán haber visto la película At first sight, con Val Kimer y Mira Sobrino, sobre la historia (creo que real) de una persona ciega y masajista (Kimer) de la cual el personaje de Sobrino se enamora y luego se casan. Una operación logra devolverle temporalmente la vista al no vidente. Un día mientras caminaba junto a su pareja en las calles de Nueva York ve a un mendigo sucio en el suelo, pidiendo limosnas y observa a los demás transeúntes, su pareja inclusive, caminar sin ni siquiera hacerle caso, sin inmutarse en lo más mínimo. Bueno, él que veía un mendigo por primera vez en su vida sí se conmovió, pero más aún más que el mendigo en sí, le extrañó y le conmovió el hecho de que nadie se preocupara en darle ayuda, no con moneditas, sino tomarlo de brazos, llevarlo a un sitio para ayudarlo a limpiarse, darle comida, etc., etc. Así, también en nuestro medio ya casi no nos inmuta en lo más mínimo ver, por ejemplo, a los niñitos en la Avenida Lincoln (Santo Domingo), en horas de la madrugada, pidiendo limosnas o tratando de ganarse unos pesitos limpiando las parabrisas de los vehículos.”
Escribí los tres párrafos anteriores el domingo 25 de noviembre de 2001, como parte de un mensaje electrónico enviado a varios amigos. La observación sigue siendo válida hoy.
Lucho y trato de que nunca se instale definitivamente en mí la “conveniente adaptación, habituación y el olvido” de tantos hechos incorrectos.
II
“El propósito único de la vida es servir a la humanidad”
León Tolstói
Palabras de gran envergadura que pudieran ser controversiales y discutibles para muchos, sobre todo los que desearían incorporar la divinidad y la religión.
No es mi interés ni intención polemizar acá sobre este tema. Ya el mismo Tolstói fue bastante atormentado en su vida, con su concepción personal de lo que debía ser una vida virtuosa y piadosa. Sí creo es un credo noble en el cual se puede unir todos los humanos decentes, sean religiosos o no.
Cualquiera persona sensata que haya sido expuesta a las prédicas morales universales, y las haya aceptado como válidas, y a su vez trata de encontrar “algún sentido o propósito” a su vida y la vida humana en general, aceptaría como válida la concepción de que el alto noble ideal al que todo humano puede – y debe - aspirar consiste en tratar activamente de obrar y aportar para convertir al mundo en un mejor lugar. Y dejarlo mejor que como lo encontró.
No es algo que requiera necesariamente esfuerzos heroicos, ni que estemos situados en esferas de gran influencia sobre gran cantidad de personas. Está presente en el simple acto de los padres que educan a sus hijos para que sean seres decentes y nobles. O en la acción de un médico y una enfermera que luchan denodadamente para salvar una vida humana, o simplemente tratan de paliar el sufrimiento. O cuando plantamos un árbol para ayudar a mejorar el medio ambiente.
Robert Kennedy pronunció muchos discursos inspirados en su corta vida, tristemente tronchada a destiempo. Lo siguiente es una porción del discurso que pronunció el lunes 6 de junio de 1966, en la Universidad de Ciudad de Cabo, en Sudáfrica:
“Primero, está el peligro de la futilidad: la creencia de que no hay nada que un hombre o una mujer pueda hacer contra el enorme conjunto de males del mundo – contra la miseria e ignorancia, la injusticia y violencia. Aún así, muchos de los más grandes movimientos del mundo, de pensamiento y acción, han brotado del trabajo de una sola persona. Un joven monje empezó la Reforma Protestante, un joven general extendió un imperio desde Macedonia hasta los bordes de la Tierra, y una joven mujer reclamó el territorio de Francia. Fue un joven explorador italiano quien descubrió el Nuevo Mundo, y un Thomas Jefferson de 32 años quien proclamó que todos los hombres son creados iguales.
“ ‘Dame un lugar para apoyarme’, dijo Arquímedes, ‘y moveré el mundo’. Estos hombres movieron el mundo, y así lo podemos hacer todos. Pocos tendrán la grandeza para cambiar la historia misma, pero cada uno de nosotros puede trabajar para cambiar una pequeña porción de eventos, y de la totalidad de esos actos será escrita la historia de esta generación…… Cada vez que un hombre defiende un ideal, o actúa para mejorar la suerte de otros, o ataca la injusticia, está enviando ondas microscópicas de esperanza, y cruzándose unas con otras a partir de diferentes centros de energía y atrevimiento, esas ondas forman una corriente capaz de arrasar las más poderosas paredes de opresión y resistencia.
“ ‘Si Atenas te parece grande’, dijo Pericles, ‘considere entonces que sus glorias fueron alcanzadas por hombres valientes, y por hombres que aprendieron sus deberes’. Esa es la fuente de toda grandeza en todas las sociedades, y es la clave para el progreso en nuestro tiempo.” [1]
Todos tenemos la capacidad de hacerlo. Sólo hace falta la voluntad y acción. Y sacudirse de la inercia.
III
“Mente sana, cuerpo sano”
Juvenal
La célebre frase de Décimo Junio Juvenal era originalmente:
“Mens sana in corpore sano” (“Una mente sana en un cuerpo sano”) [2].
Varias interpretaciones han sido derivadas de ella. La más general: debemos vivir con una mente equilibrada y un cuerpo también en equilibrio. La otra es originada del movimiento olímpico: para tener una mente sana es necesario poseer un cuerpo sano.
En ambos sentidos es propio de sensatos y sabios incorporarlos a su vida.
Lejos quedó atrás la exaltación de los genios enclenques, tan típica del Romanticismo. De que hayan existido, claro que sí: Frédéric Chopin y Elizabeth Barrett Browning, para citar un par famoso del pasado, o el contemporáneo Dr. Stephen Hawkins. Pero las investigaciones modernas demuestran que en general las personas con mejor rendimiento intelectual poseen también mejor condición física. El cultivo de la excelencia en el aspecto físico ayuda la condición intelectual, y de ninguna manera va en su detrimento. La explicación es bien simple: sencillamente las funciones celebrales (lógicas y creativas) son productos de actividades fisiológicas (neurológicas) del cuerpo humano y, obviamente, funcionan mejor cuando el cuerpo esté en mejor estado.
Así, no hay más excusas. Si a usted, al igual que a mí, le interesan las actividades de la mente y el espíritu, y gusta de cultivar su intelecto, precisamente por ello también tiene un compromiso consigo mismo de ejercitar su cuerpo, hacerlo y mantenerlo fuerte y sano. Su mente e intelecto se lo agradecerán.
Notas
[1] Robert Kennedy, Day of Affirmation Address, discurso pronunciado el 6 de junio de 1966 en la Universidad de Ciudad de Cabo, Ciudad de Cabo, Sudáfrica, http://www.jfklibrary.org/Historical+Resources/Archives/Reference+Desk/Speeches/RFK/Day+of+Affirmation+Address+News+Release.htm, (9 de enero de 2008). Traducción al español de YEL.
[2] Décimo Junio Juvenal, Sátira X, línea 356, http://www.thelatinlibrary.com/juvenal/10.shtml (9 de enero de 2008).
Imagen
La noche estrellada sobre el Ródano - Vincent van Gogh, septiembre de 1888.
Wikimedia
http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Starry_Night_Over_the_Rhone.jpg