Nacemos y rápidamente aprendemos a amar a nuestra madre, padre y luego los hermanos y hermanas que llegan. También, los abuelitos y abuelitas, tíos y tías, y demás familiares que son cercanos. Luego llega la etapa de experimentar la amistad, y con ello la empatía y el amor por amigos. Descubrimos más adelante que existen la comunidad y la patria, y nos enseñan a expandir nuestro horizonte de identificación y amor hacia ellas. Muchísimos llegan asimilar eso, pero también abundan los que lo olvidan o nunca lo interiorizan. Con el tiempo llegamos a sentir afinidad por los que comparten raíces comunes con nosotros: Raíces raciales, históricas, culturales, religiosas, hasta geográficas. Muchos extenderán también el horizonte de su aprecio y empatía hacia esas áreas. Allí no termina sino que puede – y debería – continuar. La esfera más amplia, en lo relativo a Homo sapiens, es la humanidad en conjunto. Muchísmos miembros de la especie Homo sapiens desafortunadamente nunca llegan a desarrollar el sentido de pertenencia a la humanidad y, menos aún, empatía, aprecio y amor por ella [1].
En esa carencia del desarrollo de empatía, aprecio y amor por toda la humanidad estriba una de las causas principales de los conflictos humanos en el mundo. La mayoría de nosotros sentiríamos cierta dosis de vergüenza y hasta culpabilidad por algún acto atroz cometido por un familiar. De igual manera, sentiríamos rabia y ofertaríamos nuestra solidaridad cuando alguna injusticia o atrocidad se comete en contra un familiar. Muchos llegan a sentir lo mismo a nivel de su patria. El momento en que todos los humanos sintieran rabia y vergüenza por las atocidades que ocurren en cualquier lugar de la humanidad – su humanidad; y por la incapacidad de los humanos para ponerse de acuerdo para evitar conflictos, para eliminar pobrezas y hambres, etc., habrá comenzado realmente la etapa de la madurez de la humanidad.
Ésa es mi humilde opinión personal [2]. Nos falta mucho. Ciertamente no ocurrirá en mi vida, ni en las próximas generaciones, pero llegaremos. Soy – deseo serlo – optimista con los humanos.
Copio abajo una porción de un mensaje electrónico que escribí y envié a un dilecto amigo, y copiado a otros, el 10 de abril de 2004. Está relacionada con este tema.
“Comparto plenamente tu inquietud sobre la responsabilidad de ser padres, a pesar de que aún no he procreado hijos. Un símil perturbador que se puede plantear es el siguiente: cuando uno tiene a un cachorro doberman, tiene la posibilidad de criarlo para convertirlo en perro salvavidas o un perro asesino. En cierta medida pasa igual con los hijos. La vida de las personas está determinada por decisiones que se toman y por las acciones que se derivan de ellas, sean ellas tomadas por sí mismas, por otras a su alrededor (sus padres, familiares, tutores, etc.), y por otras más no tan a su alrededor pero que gravitan sobre la sociedad donde ellas viven (los políticos, economistas, etc.) Yo no me siento con ninguna autoridad para emitir sermones o dar consejo alguno en cuanto a la forma de criar los hijos, pero sí deseo compartir lo que desde hace un tiempo me da vuelta en la mente, sobre todo en estos últimos tiempos convulsos.
Pienso que todos los padres harían un gran favor a sus hijos y a la humanidad si se tomaran la tarea y el tiempo de darles a conocer a sus hijitos lo mejor que ha producido la humanidad, el gran legado cultural que ha producido la especie humana, algo que permanecerá con las generaciones futuras, mucho después de que las luchas, las dificultades, los protagonistas y antagonistas actuales hayan desaparecido de la Tierra. ¿De qué manera? Sencillamente tómense un tiempito diario para leerles y inculcarles el amor por la gran literatura (que puede ser a la hora de acostarse), para hablarles de los hombres que han cambiado la historia humana, para compartir con ellos lo mejor de la música, etc. No hablo que imponerles ciertos patrones o gustos, sino de simplemente darles desde pequeñito la oportunidad de conocer las diferentes y maravillosas gamas del legado cultural humano, porque pienso que si, desafortunadamente, ese contacto no se produce desde pequeñito, existirán pocas posibilidades de que luego lleguen a amar y disfrutar realmente de ese legado. Ahora, ¿qué beneficios existe en conocer y apreciar lo mejor de lo que ha producido la humanidad? Pienso (y esto es solo una apreciación personal mía sobre la cual por el momento no puedo aportar datos estadísticos, ni estudios académicos realizados) que el estar en contacto y apreciar algo perdurable, algo que va más allá del tiempo actual, algo que si algún día nos visitaran seres inteligentes de otros planetas les mostraríamos con orgullo, otorga a la persona cierta fortaleza espiritual, ciertos pilares de apoyo y bases de soporte, que son necesarios, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre. También, aprenderían a apreciar más a la humanidad, por ende posiblemente también a las personas individualmente.
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P.D.: Un tema que daría para mucho más líneas y pensamientos es lo que en los últimos días me ronda en la mente: Tengo la impresión de que la gran mayoría de las personas por unas que otras razones no llegan a desarrollar todo su potencial, lo que va en detrimento de sí misma, de la sociedad en conjunto y de la humanidad. Así, para poner un caso extremo, sólo la imaginación puede contestarnos hasta dónde podría llegar el pobre niñito que está mendigando en un semáforo de tener la educación y alimentación necesarias, y unos padres responsables. Pero, sin llegar a ese extremo, simplemente observen atentamente a su alrededor, a sus personas conocidas, y seguramente encontrarán muchos ejemplos de esto. Parte de la responsabilidad de los padres y de la sociedad en conjunto debería ser contribuir a desarrollar el cien por ciento del potencial de sus hijos.”
Notas
[1] Para este autor su patria grande es la humanidad.
[2] Esta reflexión fue limitada a la interacción entre los humanos. Han sido dejadas fuera de ella otras esferas hacia donde puede y debe ser extendidos la empatía y el amor humano: los animales, las plantas, la naturaleza y la Tierra, y – para todos los que son creyentes – Dios.
Gráfica
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Tuesday, November 20, 2007
¿Hasta dónde llega su empatía?
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