Wednesday, November 14, 2007

Sobre genios y talentos...

Desde hace mucho tiempo me ha parecido fútil la fascinación por el genio o talento “natural”…[1] El portentoso “don divino” o “regalo de la naturaleza” con el que los genios han sido bendecidos provoca, claro, admiración y maravilla. Nada discutible. Pero yo admiro también, si no es que más, al ser humano que lucha, se esfuerza, y dedica de lleno su energía y corazón a mejorarse, y a llegar por esos medios a producir resultados similares o superiores a los dichosos ejemplos de “accidentes afortunados de la naturaleza” que nacieron con sus super talentos o genios.

En el caso que nos ocupa del gran Capablanca y el ajedrez [2], el ejemplo su sucesor Alekhine presenta claramente un contraste. Por su extraordinaria voluntad, esfuerzo, pasión y amor por su arte, Alekhine sobrepasó los límites a los que llegó Capablanca, sin poseer, quizás, todo el talento/genio natural de Capablanca. El gran maestro checo Salo Flor cuenta que el amor y dedicación de Alekhine por el ajedrez era tal, que lo encontró frecuentemente en las estaciones de trenes, allá en los años 1930, con un pequeño ajedrez magnético analizando posiciones, mientras esperaba por la llegada del tren.

No es ningún secreto que otros de los más grandes de toda la historia profesaron semejante devoción y dedicación a su arte: El gran Akiba Rubinstein, Mikhail Botvinnik, Bobby Fischer, y hasta Garry Kasparov.

Pecándome de atrevido por opinar en un área del que no soy un experto, creo que en la música podemos encontrar una comparación parecida entre Mozart y Beethoven: La extraordinaria voluntad, pasión y amor por su arte de Beethoven, venciendo todos los obstáculos que encontrara en su vida (incluso su sordera), llevándolo a revolucionar la música, me llega mucho más hondamente que el extraordinario genio natural de Mozart.

¿Es el resultado en sí mejor por el mero hecho de que la persona que lo produjo sea un “genio natural” y no tuvo que invertir mucho esfuerzo en producirlo, en comparación con el mismo resultado alcanzado por otro “mero mortal”, que en base a su dedicación y esfuerzo pudo alcanzar la misma hazaña? Obviando las posibles consideraciones económicas de costos/beneficios que no tienen nada que ver con los provechos o bondades en sí del resultado final, la respuesta me parece que es un simple no. Yo personalmente disfrutaría exactamente igual el oratorio Mesías, tal como lo produjo el genio de Händel guiado por “la inspiración divina” en sólo 21 días, que si lo hubiese compuesto algún otro mortal en seis meses. Es la misma comparación que hace ya unos años me hice cuando leí un comentario sobre una jugada de ajedrez en un libro sobre Bronstein: El autor, una autoridad, afirmaba que esa jugada se merecía doble signo de admiración (calificación de excelente) aún sea que haya sido el resultado de un tedioso análisis anterior, sin ser producto de la inspiración espontánea sobre el tablero. Yo sencillamente me pregunté: ¿Realmente habría alguna diferencia? Es decir, ¿tendría más efecto esa jugada si fuese producto de la inspiración improvisada sobre el mismo tablero al momento de la partida en marcha? La respuesta obvia para mí era un no.

Este tema tiene importancia por cuanto hace unos años no era infrecuente para mí escuchar a jóvenes ajedrecistas jactarse de que ellos no estudiaban, ni se preparaban para las partidas [3]. La contrapartida similar existía entre los estudiantes de colegios o universidades. En la mayoría de los casos esto era, claro, incierto, pero era obvia la fascinación por el “genio o talento natural” y el deseo de aparentar poseerlo. A parte de lo ridículo, esto era claramente negativo: Aún fuesen realmente genios naturales, si en adición a esa condición se dedicaran a estudiar, profundizar sus conocimientos y a pulir sus talentos, ¿cuánto más no lograrían alcanzar en la vida?

Notas
[1] Este texto fue escrito originalmente por el autor y enviado por correo electrónico a varios amigos el 8 de agosto de 2006, luego de la lectura del artículo citado en [2].

[2] Philip E. Ross, “The Expert Mind”, Scientific American, Agosto 2006, http://www.sciam.com/article.cfm?chanID=sa006&colID=1&articleID=00010347-101C-14C1-8F9E83414B7F4945, (8 de agosto de 2006).

[3] El autor es Maestro Internacional y ex Campeón Nacional de Ajedrez, ya retirado de las competencias.

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Intelligent Dog
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