La invención del lenguaje abrió a los humanos posibilidades colosales. Es fácil ver que la interacción interpersonal y la convivencia social de los humanos confrontarían obstáculos inescrutables de no haber existido el lenguaje. Igualmente hubiesen sido imposibles la descripción, el almacenamiento, la transmisión y la adquisición de los conocimientos. Sin esa herramienta de comunicación, el intercambio de ideas y la crítica a las ideas propias y ajenas serían impracticables. Mucho menor ―infinitamente menor― hubiese sido el progreso de nuestra humanidad. Y nunca hubiésemos visto la génesis de la maravillosa literatura.
A pesar de su magnificencia y los beneficios innegables que aporta, el lenguaje también puede convertirse en una herramienta de dominación y opresión, en una arma ofensiva para agredir, denigrar y subyugar a otros. Y no sólo eso, sino también para manipular y ocultar verdades (incluso pasadas y futuras), para atontar las masas. Ha sido un medio usado también para incitar la intolerancia, el odio y la violencia. Y para inventar y justificar necesidades innecesarias y «estimular» consumos superfluos.
El lenguaje puede servir ―y ha servido en innúmeras ocasiones― para desunir, en vez de unir, para promover la ignorancia, en vez de incrementar el conocimiento.
No son pocas las veces que nos encontramos con un torrente de palabras cuidadosamente seleccionadas y bellamente articuladas, que, analizadas detenidamente, están vacías de ideas relevantes. Palabras lanzadas para desviar nuestra atención, para ofuscarnos o para atontarnos. O puede ser que sí estén plétoras de ideas, pero de ideas que solo persiguen los nefastos objetivos antes mencionados. Tan simple y descarado como suena.
Y no solo de su uso se convierte el lenguaje en una herramienta aciaga: su restricción y desuso por imposición autoritaria, en las censuras y autocensuras, es también un instrumento siniestro, practicado a lo largo de la historia de la humanidad. Aún tan común en la actualidad...
Del lenguaje, sus usos, desusos y mal usos, escribió y habló magistralmente la escritora estadounidense Toni Morrison en 1993. La primera vez que leí y escuché su disertación, pronunciada en ocasión de su Premio Nobel de Literatura en 1993, quedé conmovido. Por la fuerza y belleza de sus palabras, y por la voz ―su propia voz― detrás de esas palabras. Eso fue hace casi un año. Anoche recorrí la misma experiencia. Su efecto sobre mí no varió en lo más mínimo: es una poderosa y conmovedora experiencia.
Toni Morrison: Disertación del Premio Nobel de Literatura 1993 (martes, 7 de diciembre de 1993, Estocolmo, Suecia) [1] clic => aquí. El url es: http://nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1993/morrison-lecture.html.
Nota
[1] El texto y el discurso están en inglés. La grabación de la voz de Morrison pronunciando su disertación dura treinta y tres minutos.
Imagen
Wikipedia censored. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Wikipedia.cenzored.png
Monday, July 14, 2008
Toni Morrison: sobre el lenguaje como arma
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
2 comments:
El lenguaje, que a quien lo observa le puede parecer la canción de los humanos con ganas de vivir, de comunicarse... Como todo, como hasta la música o la palabra "amor", también puede convertirse en enemigo de lo bueno, de la perfección que en ellos vemos. Es una lástima que eso llegue a ser por nuestra soberana culpa a veces.
Saludando-.%·
Hola Yahuan: Sí, creo que como tantas cosas de nosotros, los humanos, el problema no es el invento en sí, sino el mal uso que le damos. También del Internet y la Web se habla frecuentemente de sus efectos negativos… Gracias por tu visita y comentario.
¡Saludos!
Post a Comment