Monday, December 22, 2008

El último gesto del genio

El hombre yacía inconsciente en su cama. Había entrado en ese preámbulo a la partida de la vida terrenal el día anterior y dos días antes ya le habían administrado los últimos sacramentos. El gran genio creador, el indomable, el irreverente, el domador de las adversidades y forjador de su propio destino estaba ahora irremediablemente postrado, a la espera de la señal para dejar este mundo. Entre las tres y cinco de la tarde su partida ya parecía inminente. Repentinamente, brilla un rayo, suena un trueno, y toda la habitación se ilumina (afuera estaba cubierta de nieves). En ese instante el hombre abre sus ojos, y con una severa expresión en su rostro ―casi amenazante― levanta su mano derecha, el puño cerrado. Parecía querer expresar «Poderes hostiles, ¡os desafío! ¡Afuera! ¡Dios está conmigo!». O como un valeroso comandante alentando a sus tropas: «¡Valor soldados! ¡Adelante! ¡Confiad en mí! ¡La victoria es segura!» (palabras textuales del testigo presencial [1, p. 308]). Era su último gesto desafiante, breve en duración, pero de un simbolismo vasto. El brazo erguido retorna a su posición inicial, su aliento se expira y se asienta el punto final al drama de vida. Termina así su heroico tránsito de cincuenta y seis años y tres meses por la vida. Era el lunes, 26 de marzo de 1827. El lugar: Viena, su ciudad adoptiva. El personaje: el inmortal Ludwig van Beethoven [2].

La inmortalidad no le llega en esa fecha; ya era inmortal desde mucho antes.

Viena lo despidió como a un rey con una ceremonia apoteósica que tuvo lugar tres días más tarde, el 29 de marzo, a las tres de la tarde. Veinte mil personas se congregaron frente a su casa (Schwarzspanierhaus), las escuelas fueron cerradas, y los militares estuvieron en servicio para preservar el orden. Figuras notables de las artes estuvieron presentes en la imponente ceremonia fúnebre. Entre los portadores de antorcha que marcharon junto a la procesión estaba su admirador Franz Schubert, quien al año siguiente también dejó el mundo con tan solo treinta y un años (¡un verdadero desperdicio de genio!), y fue enterrado al lado del maestro.

El dramático gesto final de Beethoven simboliza uno de los rasgos distintivos de su vida: un espíritu indomable que nunca se doblegó ni se postró ante las adversidades, nunca dejó de luchar. Tratándose de uno de los grandes, la divinidad o la naturaleza le concedió esa última oportunidad, justo antes de su partida, para reafirmar ese rasgo, dejándonos claro que es así como debemos recordarlo. Y así lo recordamos [3].

En sus luchas Beethoven no siempre salió victorioso. La sordera pudo más que su voluntad y lo aisló socialmente. Contra esa terrible y cruel enfermedad para un músico no tenía remedios, pero la forma como se enfrentó a ella es asombrosa y admirable: continuó componiendo, y creó sus piezas cumbres con su sordera y a pesar de ella. Él no tuvo la dicha escuchar muchas de sus propias obras. Los que sí podemos escucharlas todas somos muy afortunados.

El pasado martes, 16 de diciembre de 2008 se cumplió el 238.º aniversario del nacimiento de Beethoven [4], ocasión propicia para recordarlo. Cuando quise empezar a escribir esta entrada ese día en la noche me encontré en la televisión la película Copying Beethoven (2006) y de ninguna manera podía desperdiciar la oportunidad de verla [5], así que este texto tuvo que ser pospuesto (y lamentablemente el tiempo se complicó hasta hoy).

Como no sé si el maestro me va a escuchar —leer— si le expreso aquí mis felicitaciones tardías, mejor simplemente proclamo con humildad mi agradecimiento a Beethoven, el genio que continúa y continuará sirviendo de inspiración a muchos y toca diariamente el alma de millares de seres alrededor del mundo. Sentir lo que transmite la música de Beethoven les ayuda a muchos de ellos recordar que son humanos [6].


Notas
[1] A.W. Thayer, D. Hermann y H. Riemann, The Life of Ludwig van Beethoven, vol. 3, revis., correc. y ed. H.E. Krehbiel, 2.ª imp., Nueva York: Beethoven Association, 1921, http://www.archive.org/details/lifeofludwigvanb03thay (17 de diciembre de 2008).

Los otros volúmenes están también en el Internet Archive: Vol. 1 http://www.archive.org/details/lifeofludwigvanb01thay y Vol. 2 http://www.archive.org/details/lifeofludwigvanb02thay.

[2] Anselm Hüttenbrenner, amigo de Beethoven y uno de los dos testigos presenciales (la otra persona era la cuñada del compositor), le narró esta escena en 1860 a Alexander Wheelock Thayer, autor de la biografía clásica de Beethoven (ver la nota anterior).

[3] El idealista Romain Rolland valoró profundamente a Beethoven, por su genio musical, su fe en la humanidad y la dimensión heroica de la trayectoria de su vida. Escribió tres libros sobre el compositor. Una versión en inglés de su libro Vie de Beethoven (1903) está en el Internet Archive:

R. Rolland, Beethoven (Vie de Beethoven), trad. inglesa B.C. Hull, 3.ª ed., Londres: Kegan Paul, Trench, Trubner and Co., Ltd., 1919, http://www.archive.org/details/rollbeethoven00rolluoft.

El original en francés (7.ª edición de 1914) está en: http://www.archive.org/details/viedebeethoven00roll.

[4] Beethoven fue bautizado el día 17 de diciembre de 1770. Aunque no se ha establecido con absoluta certeza su fecha de nacimiento, se supone que nació el día anterior. El 16 de diciembre era también la fecha en que se celebraba sus cumpleaños.

[5] Copying Beethoven me pareció una buena película, sobre todo porque presenta un aspecto poco conocido generalmente: el Beethoven de su último período produjo una música intelectual y revolucionaria en forma que fue poco accesible para sus contemporáneos. (Incluso notables compositores, como Tchaikovsky décadas más tarde, no se mostraron favorables a esos experimentos de su último período). Aún hoy día, casi dos siglos más tarde, creo que para una persona familiar con el Beethoven «normal» (el del estilo heroico de su Sinfonía Heroica, Quinta Sinfonía, Concierto Emperador, etc.) encontrarse por primera vez con las obras de su último período (sobre todo sus últimas sonatas para piano y cuartetos de cuerda) puede ser una experiencia chocante. Por lo menos pasó conmigo cuando conocí por primera vez sus últimas sonatas para piano.

Es oportuno aclarar que la película Copying Beethoven presenta elementos ficticios: el personaje de la asistente-copista fue inventado, y Beethoven no dirigió la orquesta en el estreno de su Novena Sinfonía, aunque sí estuvo al lado del director.

Otra buena película sobre Beethoven es Immortal Beloved (1994), que la vi hace unos años. Sobre ese filme también es prudente aclarar que añade elementos ficticios (de bastante envergadura): Karl, el sobrino de Beethoven, resulta al final ser su hijo, producto de su relación con su cuñada, la cual resulta ser la destinataria de la famosa carta a la Amada inmortal (!). Imaginación y osadía sí que no le faltaron al guionista.

[6] El pasado miércoles 13 de agosto de 2008 tuvo lugar en Santo Domingo el concierto Todo Beethoven para conmemorar el 35.º aniversario del Teatro Nacional de la República Dominicana (inaugurado el 16 de agosto de 1973). Fue una ocasión única por cuanto en una misma noche fueron interpretadas dos grandes sinfonías de Beethoven: la quinta y la novena. El maestro José Antonio Molina realizó una estupenda labor dirigiendo la Orquesta Sinfónica Nacional y el coro. Tuve el privilegio y la dicha de presenciar y disfrutar de ese concierto único, y sentir el espíritu del genio de Beethoven.

Entrada anterior relacionada: Aproximación a la Novena Sinfonía de Beethoven (3 de diciembre de 2007).

Imágenes
Ludwig van Beethoven. Retrato por Carl Jaeger. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Beethoven_wiki.jpg

Funeral de Beethoven. Pintura por Franz Stober. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Beethoven_Funerals.jpg

La casa en Bonn donde nació Beethoven. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Beethoven_house_of_birth_Bonn_2008.jpg

Música para el alma (5)



Daniel Barenboim interpreta a Ludwig van Beethoven: la Sonata para piano n.º 14, Claro de luna, 1.er movimiento.

El nombre con el que se conoce comúnmente esta sonata, Claro de luna, realmente no lo puso el compositor, sino que fue sugerido posteriormente por el poeta y crítico musical Ludwig Rellstab. El subtítulo original de Beethoven para esta obra fue «quasi una fantasia».

Los otros movimientos de esta misma interpretación de Barenboim están en:

2.º movimiento: http://www.youtube.com/watch?v=zs0QAA0eItU&feature=related.

3.er movimiento: http://www.youtube.com/watch?v=YJeD8ckihN8&feature=related.

Disfruten.