Wednesday, September 17, 2008

The Pianist, películas y otros temas

Transcurridos poco más de diez meses, uno de mis amigos destinatarios del mensaje electrónico reproducido en la entrada anterior (The Hours) respondió con un atento mensaje en el que, a parte de hablar sobre esa película y varias otras, tocó también el tema de la educación y la responsabilidad de ser padres. A continuación reproduzco, con mínimas correcciones, mi respuesta, de fecha sábado, 10 de abril de 2004, al mensaje que me envió M.A.C. Le he añadido los enlaces y las notas. Por razones de privacidad, he omitido los nombres. (Ambos mensajes, al igual que el original, fueron copiados también a varios otros amigos).

From: Y.E.L.
Sent: Saturday, April 10, 2004 8:33 PM
To:
Cc:
Subject: Abundando más sobre "The Hours" y otros

M.:

Gracias por tu mensaje, que aprovecho para comentarte y/o abundar sobre algunos temas que han sido tocados.

Es un hecho establecido que Virginia Woolf fue abusada sexualmente de niña por sus hermanastros, lo que seguramente dejó huellas terribles en su trágica vida, aunque sus ataques depresivos, que eventualmente produjeron su suicidio, pudieran haber tenido un origen físico independiente de los episodios de su niñez.

Comparto plenamente tu inquietud sobre la responsabilidad de ser padres, a pesar de que aún no he procreado hijos. Un símil perturbador que se puede plantear es el siguiente: cuando uno tiene un cachorro dóberman, tiene la posibilidad de criarlo para convertirlo en un perro salvavidas o un perro asesino. En cierta medida pasa igual con los hijos. La vida de las personas está determinada por decisiones que se toman y por las acciones que se derivan de ellas, sean ellas tomadas por sí mismas, por otras a su alrededor (sus padres, familiares, tutores, etc.), y por otras más no tan a su alrededor pero que gravitan sobre la sociedad donde ellas viven (los políticos, economistas, etc.). Yo no me siento con ninguna autoridad para emitir sermones o dar consejo alguno en cuanto a la forma de criar los hijos, pero sí deseo compartir lo que desde hace un tiempo me da vuelta en la mente, sobre todo en estos últimos tiempos convulsos. Pienso que todos los padres harían un gran favor a sus hijos y a la humanidad si se tomaran la tarea y el tiempo de darles a conocer a sus hijitos lo mejor que ha producido la humanidad, el gran legado cultural que ha producido la especie humana, algo que permanecerá con las generaciones futuras, mucho después de que las luchas, las dificultades, los protagonistas y antagonistas actuales hayan desaparecido de la Tierra. ¿De qué manera? Sencillamente tómense un tiempito diario para leerles e inculcarles el amor por la gran literatura (que puede ser a la hora de acostarse), para hablarles de los hombres que han cambiado la historia humana, para compartir con ellos lo mejor de la música, etc. No hablo que imponerles ciertos patrones o gustos [1], sino de simplemente darles desde pequeñitos la oportunidad de conocer las diferentes y maravillosas gamas del legado cultural humano, porque pienso que si, desafortunadamente, ese contacto no se produce desde pequeñitos, existirán pocas posibilidades de que luego lleguen a amar y disfrutar realmente de ese legado. Ahora, ¿qué beneficios existe en conocer y apreciar lo mejor de lo que ha producido la humanidad? Pienso (y esto es solo una apreciación personal mía sobre la cual por el momento no puedo aportar datos estadísticos, ni estudios académicos realizados) que el estar en contacto y apreciar algo perdurable, algo que va más allá del tiempo actual, algo que si algún día nos visitaran seres inteligentes de otros planetas les mostraríamos con orgullo, otorga a la persona cierta fortaleza espiritual, ciertos pilares de apoyo y bases de soporte que son necesarios, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre. También aprenderían a apreciar más a la humanidad, por ende posiblemente también a las personas individualmente [2].

Volviendo al cine, la cinta que más me ha gustado en los últimos 9-10 meses (posterior a The Hours y The Pianist) ha sido In America (del irlandés Jim Sheridan y titulada en Santo Domingo Tierra de sueños), que me dejó una profunda impresión. La pongo en mi preferencia por encima de otras de películas calidad estrenadas en Santo Domingo durante ese período: algunas excelentes de la pasada Muestra de Cine de Santo Domingo, otras como Hable con ella, Ciudad de Dios, Mystic River, 21 Grams, Love Actually, Master and Commander..., The Last Samurai, Cold Mountain, Lost in Translation, etc. Una real pena que In America haya durado sólo dos semanas en las salas de estreno de Santo Domingo (alcancé a verla dos veces), porque muchas personas seguramente la pasaron por alto.

Ahora que mencionas a No Man’s Land (que no la he visto [3]), te recomiendo (si aún no las has visto) dos películas que también abordan el tema de los Balcanes: Underground del bosnio-serbio Emir Kusturica y Ulysses' Gaze (La mirada de Ulises) del griego Theo Angelopoulos. La primera una gran sátira con coloridos al estilo Federico Fellini, y la segunda un extenso poema visual que peca ocasionalmente de ser superlenta. En esta última, protagonizada por Harvey Keitel, aparece en cuatro personajes diferentes la actriz rumana Maia Morgenstern, que hace el papel de la Virgen María en la recientemente estrenada La pasión de Cristo. Coincidencialmente ambas películas son superlargas (cerca de tres horas) y recibieron respectivamente el 1.er y 2.º premio del Festival de Cannes de 1995.

Por otra parte, si te gustó la trilogía Bleu-Blanc-Rouge de Krzysztof Kieslowski (de las tres me gustó más Rouge, pero no he tenido la oportunidad de ver su Decálogo), disfrutarías también de Zerkalo (The Mirror o El espejo) del ruso Andrei Tarkovsky, de quien aguardo por ver Solaris [4], su respuesta a 2001: odisea del espacio de Kubrick. Los que tienen acceso al canal Europa Europa (http://www.europaeuropa.tv) pueden ver en este mes de abril todos los martes a las 10:00 p. m. una película del gran Tarkovsky. El martes, 13 de abril de 2004, presentará a Alexei Rublev, una extensa saga histórica, en blanco y negro, de más de tres horas de duración. Tarkovsky, que era un gran admirador y amigo del japonés Akira Kurosawa, afirmó que cada vez que iba a rodar una nueva película veía de nuevo la película Los siete samuráis del gran director japonés. Kurosawa, por su parte, afirmó, no sé si por reciprocidad producto de la cortesía japonesa o era real, que cada vez que iba a empezar un nuevo proyecto, re-visitaba la película Alexei Rublev.

Sobre Chicago y Moulin Rouge, que realmente me gustó más la última (la ambientación fue excelente, la utilización de la música aún no original también, Nicole Kidman también estuvo muy bien), no pretendo disputar tu apreciación, solo deseo aprovechar la oportunidad para recordar a otra gran película musical que permanece en mi memoria All That Jazz de Bob Fosse. De esa época data también la película que más aprecié en mi adolescencia: Julia de Fred Zinnemann. Vanessa Redgrave interpreta a Julia, una joven rica estudiante norteamericana que hace uso de su gran riqueza para apoyar a la causa obrera y ayudar a los judíos perseguidos por los nazis en la Viena de los años 30. Me enamoré realmente de ese personaje. Su amiga, la reconocida dramaturga norteamericana Lillian Hellman, es interpretada por Jane Fonda. Posteriormente he leído, para mi decepción, que esa historia fue producto de la imaginación de Lillian Hellman, y no real como ella quiso presentarla. Vanessa Redgrave ganó el Óscar a la mejor actriz de reparto por esta película, suscitando protestas debido a su apoyo público a la causa de los palestinos.

Retomando The Hours, me topé con ella en la televisión por cable hace unos meses, ya mitad empezada, y aún luego de haberla visto tantas veces en relativamente tan poco tiempo, algunas de sus escenas me seguían conmoviendo. Posterior a mi mensaje, leí en la revista Smithsonian que el compositor Philip Glass [5], autor del excelente tema musical de esa película, es un reconocido y respetado compositor sinfónico vanguardista contemporáneo. Esto me trae a la mente un tema: el cine está contribuyendo a la creación de excelentes composiciones musicales orquestales contemporáneas: Ennio Morricone (cuyo tema más conocido es el que compuso para La misión, pero ha compuesto otras maravillas. Tengo dos excelentes CD con recopilaciones de sus composiciones para el cine [6]); el gran Vangelis (Carros de fuego, 1492, y espero con ansias para fines del año Alexander, película sobre Alejandro Magno que está en filmación bajo la dirección de Oliver Stone [7]); Theodorakis (Zorba). Por cierto, aguardo por ver la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Atenas, donde la música estará a cargo de Theodorakis y Vangelis [8].

Sobre El pianista, el mismo tema del holocausto ha sido tratado en otras dos excelentes películas recientes La lista de Schindler y La vida es bella (existe otra mucho menos conocida Train de vie [Tren de vida], una sátira al estilo de la película del italiano Roberto Benigni). El Premio Nobel de Literatura (2002) y sobreviviente de Auschwitz, el húngaro Imre Kertész, en su libro de ensayos Un instante de silencio en el paredón (2.ª ed., Barcelona: Herder, 2002) dedica unas páginas a comentar sobre La vida es bella y La lista de Schindler, y se muestra mucho más favorable y receptivo hacia la película italiana, a la que clasifica no como una sátira o comedia, sino más bien una tragedia. Califica, por el contrario, de «kitsch» (cursi) a la película de Spielberg [9], carente de real autenticidad en su retrato del espíritu del holocausto y de los campos de concentración nazi. Con la autoridad moral que le otorga el ser un sobreviviente de Auschwitz, es difícil disputarle a Kertész su punto de vista, pero puede ser que esté un poco prejuiciado contra la procedencia de Spielberg y su película (Hollywood, EUA). Solo deseo señalar algunos puntos con respecto a El pianista: primero Kertész no la comenta en su libro porque su libro fue anterior a la película. Su director Roman Polanski, por otra parte, también fue un niño judío perseguido en su Polonia natal, por lo que esto le confiere mayor autoridad moral para relatar la historia, que, por lo demás, está basada en un personaje y hechos reales. Luego de haberla visto tres veces, me he percatado de que la película de Polanski, a parte de su poderosa fuerza y belleza en conjunto, presenta una serie de detalles muy sutiles que si el espectador logra captarla obtiene muchas informaciones sobre esa gran tragedia, que pocas otras fuentes las proporcionan (ciertamente no las proporcionan La lista de Schindler, ni La vida es bella): la existencia de la policía judía trabajando para las autoridades nazis. El hecho real de que no todo era solidaridad, fraternidad y compasión mutua entre los mismos judíos dentro y fuera de los campos de concentración (el piano de la familia fue vendido a un precio irrisorio; la escena del niñito vendiendo su caramelito a precios de especulación, etc.) El hecho trágico de que toda la maquinaria destructiva de la Alemania nazi abarcó a personas y ciudadanos comunes, personas igualmente humanas con sentimientos y preocupaciones, como todo el resto de la humanidad. Esto fue sutilmente ilustrado en varias escenas: la conversación entre los dos soldados alemanes, cuando usaban los lanzallamas para incendiar el hospital donde se había refugiado el protagonista. Uno de los soldados le pregunta al otro sobre la salud de su madre, y el otro le cuenta de su preocupación por ella. Otra escena: en la mesa del capitán Hosenfeld, quien salvó la vida del protagonista [10], está el retrato de su esposa e hijos. Eran, al fin y al cabo, personas humanas como todos los demás y no monstruos de otro mundo. Otra escena: cuando Szpilman (el pianista protagonista) escucha en su refugio la conversación en el apartamento contiguo entre dos amantes, el tono y las palabras de la mujer la retrata como una persona que todos considerarían dulce, tierna, sensible, etc. Cuando Szpilman produce un ruido delatador con una lata, aparece la mujer rubia cual poseída por el espíritu maligno y le vocifera que le muestre la identificación y luego trata de delatarlo como judío. La histeria y locura se habían apoderado de las masas, incluyendo a las personas normales y corrientes. Lo más trágico y absurdo para mí viene presentado en dos escenas adicionales: observando nostálgicamente a su bella amiga chelista, que ahora ya casada le proporciona refugio temporal en su casa, escucha a ésta interpretar una obra de Johann Sebastian Bach, uno de los pilares de la cultura alemana, siendo en ese momento Polonia ocupada brutalmente por Alemania. También, en su último refugio, la casa semidestruida que se convierte luego en un cuartel militar nazi, Szpilman escucha escondido al capitán Hosenfeld interpretar en el piano las bellas notas de una sonata de Beethoven [11], otro orgullo de la cultura alemana (y ciertamente de la humanidad). Lo trágico y absurdo: ¿cómo un pueblo que ha aportado tanto a la humanidad y la cultura humana, llegó a permitir la barbarie de su gobierno nazi?

Bueno, este mensaje ya se ha extendido quizás demasiado, pero espero que esto sea excusable dado que tenía ya un tiempo sin enviarles nada.

Saludos,

Bye – Y.

P.D.: Un tema que daría para mucho más líneas y pensamientos es lo que en los últimos días me ronda en la mente: tengo la impresión de que la gran mayoría de las personas por unas que otras razones no llega a desarrollar todo su potencial, lo que va en detrimento de sí misma, de la sociedad en conjunto y de la humanidad. Así, para poner un caso extremo, solo la imaginación puede contestarnos hasta dónde podría llegar el pobre niñito que está mendigando en un semáforo de tener la educación y la alimentación necesarias, y unos padres responsables. Pero, sin llegar a ese extremo, simplemente observen atentamente a su alrededor, a sus personas conocidas, y seguramente encontrarán muchos ejemplos de esto. Parte de la responsabilidad de los padres y de la sociedad en conjunto debería ser contribuir a desarrollar el 100% del potencial de sus hijos.


Notas
[1] En un mensaje electrónico posterior, del viernes, 8 de abril de 2005, aclaré lo que quise decir con no imponer ciertos patrones y gustos:

«Cuando me refería a que no se trataba de imponerles gustos y patrones a los hijos, me estaba refiriendo al hecho de que uno puede introducirles a los hijos a la grandes manifestaciones y creaciones artísticas (ciertamente también a otros temas como, por ejemplo, las ciencias, los deportes, el amor por la naturaleza y animales, etc.); puede y debe enseñarles a respetar todos esos temas, pero al final, dependerá de los hijos qué gustarles y qué no. Podemos exponerles a los niños a la música de Mozart, enseñarles a respetarla, esforzarse por hacerles gustar de ella, pero no hay garantías de que les vaya a gustar. Puede que terminen prefiriendo a Bach y no gusten de Mozart, o simplemente no les gusten la música clásica, pero sí el jazz. Y quizás, muy desafortunadamente por cierto, ni siquiera gusten del todo de cualquier tipo de música, pero sí son fanáticos de la literatura, el cine, o las matemáticas, o el baloncesto. Yo creo que la responsabilidad y el deber de los padres en esto llegan hasta el exponer a sus hijos a esos temas, y enseñarles a respetarlos.

»En esto entiendo que la genética juega un papel importante. Ahora se habla de que uno puede tener un celebro predominantemente masculino o femenino (que no tiene nada que ver con el sexo del portador del celebro en sí). En el futuro lo más probable es que con un simple análisis genético (de una hebra de cabello, por ejemplo) se pueda saber mucho sobre los posibles gustos y la personalidad de una persona. Luego, llegará un momento en que mediante la manipulación genética podamos pre-diseñar el físico, la personalidad y los gustos de los hijos, pero ya eso es otro largo tema para quizás otra ocasión (personalmente pienso que el mundo será mucho más aburrido cuando eso suceda)».

[2] Este párrafo y la postdata aparecen reproducidos también en una entrada anterior: ¿Hasta dónde llega su empatía? (20 de noviembre de 2007).

[3] Hay varias películas con el mismo nombre de No Man’s Land. La referida aquí es la del director bosnio Danis Tanovic (quien también fue el guionista y compuso música original para esa cinta) del año 2001. Esa magnífica película ganó el Óscar del 2002 en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera. Pude finalmente verla en la televisión por cable hace como dos años.

[4] Varios meses después del mensaje tuve la oportunidad de ver Solaris. En el 2002 salió una versión moderna (estadounidense) de Solaris, del director Steven Soderbergh, con George Clooney y Natascha McElhone como protagonistas. Esta versión, que la vi antes que la versión de Tarkovsky, es excelente, y más accesible que el filme del director ruso.

[5] Dentro del portal oficial de Philip Glass pueden escuchar parte de algunas de sus composiciones.

[6] En febrero de 2007, Ennio Morricone fue galardonado merecidamente con el Premio Honorífico de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, correspondiente al año 2006, por sus magníficos aportes, a lo largo de su carrera, a la música en el cine.

En el este enlace de Youtube, existe un video con parte de la música de La misión, dirigida por el mismo Morricone (en Arena di Verona, 2002).

[7] Desafortunadamente, tanto la música de Vangelis como la película en sí, Alexander, me decepcionaron.

[8] Tanto la inauguración como la clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 fueron magníficas. Claro, Beijín 2008 superó todas presentaciones anteriores, tal como se esperaba. Zhang Yimou, el gran cineasta chino, realizó una espléndida labor dirigiendo ambas ceremonias en Beijín.

Aclaración agregada el 22 de diciembre de 2008, 2:42 a. m.:
Vangelis había dirigido la parte artística del pase de la bandera olímpica a Grecia durante la clausura de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, pero finalmente ni Vangelis ni Theodorakis participaron en la dirección de las ceremonias de Atenas 2004.

[9] Spielberg originalmente ofreció a Polanski la dirección de La lista de Schindler, pero éste lo rechazó. No se sentía emocionalmente preparado en ese momento (1993) para abordar un tema tan trágico e intenso que le tocó vivir directamente. Hace unos años leí que cuando Polanski vio la película de Spielberg le pareció demasiado sentimental, especialmente el uso de la niña vestida de rojo.

Algo notable sobre la película El pianista es su discurso terso ―sin escenas superfluas o alargadas innecesariamente―, absolutamente desprovisto de cualquier sentimentalismo. Si recuerdo bien, en toda la película solo hubo una breve escena de lágrimas (la amiga de Szpilman cuando ve al pianista marchar, junto a la multitud, hacia el gueto). La historia y la narración están, sin embargo, llenas de una poderosa y convincente fuerza. Una gran muestra de la maestría de su director.

Polanski, cuya madre murió en la cámara de gas de Auschwitz, y quien logró salvarse gracias a la nobleza, gentileza y valor de otros (algo similar al caso de Szpilman), ha conocido personalmente el horror y la maldad humana en su máxima expresión. Su esposa Sharon Tate, embarazada de ocho meses, fue brutal y despiadadamente asesinada en 1969. El sentimentalismo sencillamente no tiene cabida para un ser humano que ha sufrido todas esas experiencias. (Y lo mismo creo que aplica a la mayoría de las personas que han vivido de primera mano las guerras, para no hablar de los atroces genocidios y las violencias sin sentidos).

[10] El capitán alemán Wilhelm Hosenfeld no solo salvó la vida de Szpilman, sino que también ayudó a proteger a otros polacos, incluyendo judíos. Falleció en un campo de concentración soviético en 1952. Pueden encontrar más informaciones en este enlace de Wikipedia.

[11] La pieza de Beethoven es el primer movimiento de su Sonata para piano n.º 14, Claro de luna. Si la memoria no me falla ahora (hace ya más de cuatro años que vi esa cinta por última vez), en la película no aparece Hosenfeld interpretando la pieza, pero sí se escucha la pieza en una escena que presenta a Szpilman escondiéndose. En mi caso interpreté la escena como el capitán tocando el piano en la otra sala, pero posteriormente he pensado que bien pudo haber sido solo el fondo musical acompañando la escena. En cualquier caso, pienso que la escena es un recordatorio de lo absurdo de esa gran tragedia.

Imagen
The Pianist, Lyubov Popova (1914). Fuente: Wikimedia Commons
http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Lyubov_Popova_-_The_Pianist.jpg