Monday, November 9, 2009

La Caída del Muro de Berlín


Hoy se ha celebrado en grande en Europa y especialmente en Alemania el aniversario de la Caída del Muro de Berlín, suceso acontecido hace veinte años, el jueves, 9 de noviembre de 1989.

Recuerdo haber visto ese mismo día las imágenes transmitidas por CNN y para los que teníamos la edad suficiente para tener nociones de la historia y haber sentido la Guerra Fría, la significancia significación del evento no podía pasar desapercibida. Ver aquellas personas en Alemania recuperar el derecho que se les había denegado por veintiocho años por culpa del nefasto muro me imbuía de alegría y regocijo, incluso en la soledad de la habitación desde donde contemplaba esas imágenes y aun cuando directamente me afectaba poco. ¿O me equivoco? ¿No compartimos todos los que nos autodenominamos Homo sapiens, antes que nada, una misma humanidad, con anhelos, preocupaciones y deseos similares, e intereses que son (o deberían ser) comunes?

Pocos meses antes, en ese mismo año histórico, también presencié por televisión la celebración del bicentenario del la Revolución Francesa. Pero no todo fue positivo: en junio de ese mismo año vi con asombro, incredulidad e impotencia la masacre de los estudiantes en la Plaza de Tiananmen. La euforia y la esperanza de que la misma onda de cambios que pasó como un torrente por toda la Europa Oriental pudiera llegar a China, antes de lo esperado, quedaron bruscamente tronchadas en una forma triste e infame.

Sobre el suceso histórico del 9 de noviembre de 1989 y todos sus antecedentes y sucesos e implicaciones posteriores, ya mucho se ha escrito en la prensa escrita, la Web y también presentado en las imágenes de la televisión (y los análisis y debates continuarán por un largo rato). No tengo personalmente nada sustancial que añadir, pero sí puedo compartir algunas buenas fuentes desde donde los interesados pueden conocer más.


Moments in History - The Fall of the Berlin Wall

En el blog de Carsten, quien creció en la antigua Alemania Oriental y es el autor del vídeo, hay algunas entradas de interés sobre el tema:

“Berlin Wall History Timeline from May 8th 1945 to October 3rd 1990”
http://www.roysac.com/blog/2009/10/berlin-wall-history-timeline-from-may.html
13 de octubre de 2009

“The Berlin Wall History - Lessons Learned ... Again”
http://www.roysac.com/blog/2008/09/berlin-wall-history-lessons-learned.html
4 de septiembre de 2008

Geraldina, quien escribe desde Alemania, tiene un blog dedicado al 20.º aniversario:

20 aniversario de la Caída del Muro
http://gerasplace-elmurodeberlin.blogspot.com/

También en su blog principal, Geraldina ha hecho un extenso reporte, en múltiples entradas, sobre ese acontecimiento:

Gera´s Place
http://gerasplace-reloaded.blogspot.com/

Una importante entrevista con uno de los principalísimos artífices del final de la Guerra Fría, y uno de los facilitadores del derribo del Muro y la posterior reunificación de Alemania, Mijaíl Gorbachov:

Katrina vanden Heuvel y Stephen F. Cohen, “Gorbachev on 1989”, The Nation, 28 de octubre de 2009, http://www.thenation.com/doc/20091116/kvh_cohen/single


Tuesday, July 14, 2009

Liberté, égalité, fraternité


Hoy Francia está de fiesta: es el 220.º aniversario de la Toma de la Bastilla, que marcó el 14 de julio de 1789 el inicio de la Revolución Francesa.

En 1989, hace 20 años, se celebró con grandes pompas el bicentenario de ese capital evento. En el punto culminante de las celebraciones oficiales y ante un público que incluía al presidente francés François Mitterrand, importantes altos dignatarios mundiales y millones de televidentes alrededor del mundo, la soprano estadounidense de raíces afroamericanas Jessye Norman, envuelta con los colores de la bandera francesa, cantó La Marsellesa en el escenario majestuoso de la Plaza de la Concordia.

Las poderosas imágenes de ese evento que presencié a través de CNN nunca me han abandonado, pero nunca las había podido reencontrar hasta hace pocas semanas, gracias a la Web. Aquí va el vídeo.



Jessye Norman canta La Marsellesa en la Plaza de la Concordia, Paris, el 14 de julio de 1989, en la culminación de la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa.

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Pocos meses más tarde el mundo vivió y celebró con regocijo otro acontecimiento histórico: la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría.

A pesar de que es cierto que el lema «Liberté, égalité, fraternité» está todavía lejos de ser una verdadera realidad en toda la humanidad, sí hemos avanzado y paso a paso seguiremos avanzando.

1789 es la terminación de mi cuenta de correo electrónico para este blog y es en honor a la Revolución Francesa.


Monday, June 22, 2009

Nobuyuki Tsujii en el Van Cliburn 2009


Nobuyuki Tsujii nació en Tokio, Japón, en 1988. Ha ganado diversos concursos de piano desde que era un niño y el pasado 7 de junio de 2009 ganó con solo 20 años la medalla de oro del prestigioso y exigente Concurso Internacional de Piano Van Cliburn, este año en su decimotercera versión, en Fort Worth, Texas. Su primer premio fue compartido con el todavía más joven Haochen Zhang de China, de 19 años, el participante de menor edad. Ambos resultaron los primeros ganadores asiáticos en la historia de ese importante evento cuatrienal que se celebra desde 1962.

La medalla de plata fue para la pianista surcoreana Yeol Eum Son de 23 años.

La proliferación actual de talentos musicales juveniles alrededor del mundo y muy específicamente en los países asiáticos, hace que nada de lo dicho anteriormente resulte extraño o demasiado impresionante si no le añadimos la siguiente información: Nobuyuki Tsujii es ciego de nacimiento.

Es la primera vez que un invidente triunfa en el Van Cliburn (otro invidente participó en 1973) y la segunda ocasión que el primer premio es compartido (la otra vez fue en el 2001).

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La calidad interpretativa de Nobuyuki Tsujii impresiona por sí sola y es independiente del hecho de que sea ciego, pero su invidencia eleva aun más su proeza.

Quizás sea un hecho normalmente desconocido ―o al menos pocas veces resaltado―, pero la ausencia del sentido de la vista no ha sido obstáculo para que a través de la historia hayan existido muchos notables músicos ciegos. Varios casos recientes son muy conocidos: el cantante Andrea Bocelli, Stevie Wonder, Ray Charles, José Feliciano y el virtuoso jazzista Art Tatum, etc. [1]

La ausencia de la vista obliga a los invidentes agudizar sus otros sentidos. Se ha establecido que a nivel de la población general, la ocurrencia del oído absoluto (la capacidad para identificar y reproducir una nota musical sin ayuda de referencia externa) entre los ciegos es mucho mayor que entre los videntes; específicamente entre los músicos, normalmente menos del 20% de los videntes poseen el oído absoluto, mientras que un estudio científico arrojó que el 57.1% de los músicos invidentes en la muestra considerada poseían esa capacidad [2]. Los científicos consideran que la ausencia de la vista en los ciegos congénitos o los que perdieron la vista a muy temprana edad les permite aprovechar las neuronas de su corteza visual para otros sentidos, especialmente el sentido auditivo para los casos de los músicos [3].

En este caso, lo que quita la naturaleza lo ha compensado por otro lado, pero me parece que sería bastante injusto que por ello disminuyera nuestra apreciación del mérito de Nobuyuki Tsujii (y los otros notables músicos invidentes): ¿en comparación con los músicos videntes, cuántas dificultades adicionales confrontan los invidentes para poder realizar sus estudios y desarrollar su talento?

Aquí van cuatro videos de Nobuyuki Tsujii en el Van Cliburn 2009. Disfruten.

Actualización del 26 de junio de 2009, 1:00 p. m.:
Como muchos otros músicos invidentes, Nobuyuki Tsujii aprende las piezas musicales de oído, usando grabaciones y música en vivo. En su caso, sus profesores realizan grabaciones lentas de las nuevas piezas con las cuales trabaja y aprende. Aunque sí aprendió a leer música en braille, no la utiliza por resultarle ser un método mucho más lento.

Agregamos la información del webcast del Concurso Van Cliburn en la sección de Informaciones adicionales y tres enlaces más en Otros artículos en la Web.



Nobuyuki Tsujii interpreta a Franz Liszt (basado en un tema de Niccolò Paganini): Estudio n.º 3, La Campanella. Ronda preliminar.


Nobuyuki Tsujii interpreta a Ludwig van Beethoven: Sonata para piano n.º 29, Hammerklavier, 4.º movimiento (fuga). Ronda semifinal.


Nobuyuki Tsujii interpreta a Franz Liszt: Rapsodia húngara n.º 2. Ronda final.


Nobuyuki Tsujii interpreta a Sergei Rachmaninoff: Concierto para piano y orquesta n.º 2, final del 1.er movimiento. Ronda final.


Informaciones adicionales
El portal oficial de Nobuyuki Tsujii es http://www.nobupiano1988.com, el de la Fundación Van Cliburn es http://www.cliburn.org/ y el webcast del Concurso Van Cliburn es http://www.cliburn.tv/ (pueden ver allí varios videos de las interpretaciones de los finalistas, la ceremonia de la premiación, entrevistas y otros).

Otros artículos en la Web:

Tim Madigan, "Cliburn confidential: Nobuyuki Tsujii", DFW.com, 8 de mayo de 2009, http://www.dfw.com/entertainment/story/127440.html.

Barry Shlachter, “Japanese pianist doesn't need to see to dazzle Cliburn audiences”, Star-Telegram.com, 24 de mayo de 2009, http://www.star-telegram.com/news/story/1393778.html (este artículo ya no está disponible en la Web).

Michael Granberry, “Van Cliburn 2009: Piano is a passion for blind competitor”, Dallas Morning News, 26 de mayo de 2009, http://www.dallasnews.com/sharedcontent/dws/ent/stories/DN-blindpianist_0526gd.ART.State.Edition1.506f3ab.html.

Alyson Ward, “Blind pianist, teen performer triumph at 13th Cliburn competition”, DWF.com, 7 de junio de 2009, http://www.dfw.com/entertainment/story/138767.html?storylink=pd.

“Cliburn winner learns by ear and plays by heart”, Accessible Arts, 11 de junio de 2009, http://www.aarts.net.au/news/419/140/Cliburn-winner-learns-by-ear-and-plays-by-heart/.

Juliet Chung y Miho Inada, “Blazing a New Path in Classical Music”, Wall Street Journal, 12 de junio de 2009, http://online.wsj.com/article/SB10001424052970204482304574220150779764622.html.


Notas
[1] En estos dos enlaces de Wikipedia pueden encontrar más informaciones sobre músicos invidentes:

“Blind Musicians” http://en.wikipedia.org/wiki/Blind_musicians.

“Category: Blind Musicians” http://en.wikipedia.org/wiki/Category:Blind_musicians.

[2] R.H. Hamilton, A. Pascual-Leone y G. Schlaug, “Absolute pitch in blind musicians”, Neuroreport 2004, vol. 15, n.º 5, pp. 803–806, 9 de abril de 2004, http://www.musicianbrain.com/papers/Hamilton_APinBlinds.pdf (21 de junio de 2009).

[3] Este es un tema que ha sido estudiado por los científicos desde hace unos años. Para los lectores conocedores realmente interesados en el tema ―y también los curiosos empedernidos―, afortunadamente muchos de esos estudios están disponibles en la Web. A parte del mencionado en la nota anterior, listo abajo otros dos:

D.J. Levitin y S.E. Rogers, “Absolute pitch: perception, coding, and controversies”, TRENDS in Cognitive Sciences, vol. 9, n.º 1, pp. 26-33, enero de 2005, http://www.lifesci.sussex.ac.uk/home/Chris_Darwin/PerMuSo/pdfs/Levitin_Rogers_Tics.pdf.

N. Gaab, K. Schulze, E. Ozdemir y G. Schlaug, “Neural correlates of absolute pitch differ between blind and sighted musicians”, Neuroreport 2006, vol. 17, n.º 18, pp. 1853-1857, 18 de diciembre de 2006, http://www.brainmusic.org/EducationalActivitiesFolder/Gaab_AP2006.pdf.

Tuesday, March 3, 2009

Continúa la democratización del conocimiento… (3)

Los problemas económicos del mundo no han detenido ni aminorado la democratización del conocimiento a través de la Web. Recientemente dos de las mejores universidades de mundo, la Universidad de Stanford y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology―MIT), han ampliado sus contribuciones a ese importante proceso. (En la famosa clasificación de las universidades de los EUA compilada por la US News & World Report, en su versión 2008 Stanford comparte con el MIT la cuarta posición).

El pasado 17 de septiembre de 2008, la Escuela de Ingeniería Stanford (Stanford School of Engineering) en California puso a la disposición del público general los materiales de diez cursos de Informática e Ingeniería Eléctrica, todos gratuitos a través de la Web.

Esta iniciativa es el inicio de su programa Ingeniería Stanford por Todas Partes (Stanford Engineering Everywhere―SEE), que busca poner a disposición de un público más amplio importantes materiales de su currículo, como parte de la misión de la Universidad de Stanford y su Escuela de Ingeniería. Dice una página de su portal:
«La Universidad de Stanford y su Escuela de Ingeniería creen que la transferencia tecnológica es una parte importante de su misión. Esto incluye investigación y enseñanza. SEE es un paso importante hacia la puesta de importantes piezas de su currículo a la disposición de un amplio público».
Inicialmente están disponibles diez cursos, tres introductorios de Informática (Computer Science), siete avanzados divididos en tres de Inteligencia Artificial y cuatro de Ingeniería Eléctrica. Los materiales son bastante completos e incluyen transcripciones y videos de las cátedras, folletos, asignaciones de tareas, exámenes y otros documentos auxiliares.

Los materiales de los cursos están bajo una licencia de Creative Commons.

La fase piloto del SEE es patrocinada por la firma de inversiones Sequoia Capital, especializada en capital de riesgo.

En el ranking del 2008 de la US News & World Report, los programas de posgrado de la Stanford en Informática y en Ingeniería Eléctrica figuran entre las tres mejores (ver ranking de los programas de posgrado en Informática y ranking de los programas de posgrado en Ingeniería Eléctrica).

Pueden acceder a los cursos del Stanford Engineering Everywhere por este enlace.

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Por su parte, la Escuela Sloan de Administración y Dirección de Empresas (MIT Sloan School of Management) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology―MIT) desde el pasado 26 de enero de 2009 ha puesto a la disposición del público general un conjunto de casos de estudios (case study), videos y otras herramientas desarrollados por sus profesores y alumnos para sus clases.

En el portal de Recursos de Innovación en Enseñanza del MIT Sloan (MIT Sloan Teaching Innovation Resources―MSTIR) están los materiales a la disposición del público interesado. Al momento, existen materiales de Evolución Industrial, Desarrollo Sostenible (Sustainability) y Emprendedurismo Global (Global Entrepreneurship).

Al igual que los cursos y materiales del aclamado MIT OpenCourseWare, estos materiales están bajo una licencia de Creative Commons.

La Escuela Sloan de Administración y Dirección de Empresas figura en el cuarto lugar en el ranking del 2008 de los programas de posgrado en Administración y Dirección de Empresas de la US News & World Report.

Para acceder a los materiales del MIT Sloan Teaching Innovation Resources, pueden ir por este enlace.

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Creo que iniciativas como estas deben concitar nuestra admiración y agradecimiento. Necesitamos más y más de este tipo de iniciativas, y esperemos que los percances económicos actuales no se constituyan en obstáculos para que el proceso de la democratización del conocimiento a través de la Web continúe.


Entrada anterior relacionada: «Continúa la democratización del conocimiento… (2)» (31 de mayo de 2008).


Imágenes
La Universidad Stanford, vista desde la Torre Hoover. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Stanford_University_-_View_from_the_Hoover_Tower.JPG

La cúpula del campus del MIT. Fuente: Wikimedia Commons http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:MIT_Dome_night1_Edit.jpg

Wednesday, February 4, 2009

El espacio para la Esperanza y el Optimismo

Esta entrada estaba originalmente proyectada para ser la tercera y última de la serie Reflexiones del inicio del 2009, pero ya el 2009 tiene más de un mes de edad y resulta inoportuno incluirla dentro de esa serie. He cambiado pues el título original, pero no el tema.


El espacio para la Esperanza y el Optimismo


Una dramática escena de la serie televisiva Raíces (Roots) ha permanecido siempre en mi memoria. Cuando Kunta Kinte, el personaje central, es capturado con cadenas por los traficantes de esclavos, lucha tenazmente por liberarse y se esfuerza por zafarse de las cadenas. Su cara refleja una gran agitación, pero todo su intento es en vano. Finalmente se da cuenta de lo inútil de su resistencia y se rinde. Cesa su lucha, se arrodilla, llora (así lo recuerdo), se resigna. Angustia.

En mi percepción personal, lo más triste de la escena no es la captura de un ser humano libre para esclavizarlo ―hecho indiscutiblemente abominable―, sino la resignación de Kunta, un ser libre que se da por vencido. Se resigna ―al menos por ese momento― y se somete a la voluntad de su destino, manipulado en este caso por otros.

Muchos de los que han tenido perritos como mascotas posiblemente recuerden esos días iniciales en que se amarra al cachorro. Se resiste al principio. Protesta: ladra, gime, gruñe. No obtiene resultados. Lucha: muerde la cadena y trata de zafarse del collar. Todo en vano. Luego de un tiempo, llega finalmente la resignación. Es lo que sus amos desean. Situaciones parecidas se presentan cuando se doma a los caballos y los animales de circos.

Los escenarios anteriores no son comparables, pero en el fondo hay un tema en común en todos ellos que me inspira una misma tristeza: ver a un ser vivo libre resignarse, dejar de luchar, someterse a la voluntad de otros. La esperanza fue perdida y continuar la lucha ya no tenía sentido.

Esa desesperanza es la que menos debemos dejar que aflore ahora y prevalezca en nuestro entorno inmediato, en nuestra sociedad y en el mundo.

Hace dos décadas, el mundo recibió con gran regocijo el final de la guerra fría, en un momento en que las calamidades de las guerras mundiales ya eran recuerdos de la historia. Llegó entonces el nuevo milenio cargado de promesas y esperanza para la humanidad. Se respiraba optimismo. Una paz perdurable y un continuo progreso económico global parecían posibilidades reales. Incluso alguien proclamó «el fin de la historia». Desafortunadamente, en pocos años el mundo ha cambiado nuevamente de manera radical.

Desde hace unos meses, el panorama económico mundial luce bastante nebuloso. Al parecer, pocas las naciones estarán inmunizadas contra los efectos de la crisis económica. Alrededor del mundo, muchos seres humanos sienten incertidumbre. A todo ello se suman los diversos conflictos bélicos que no acaban y las latentes amenazas terroristas, que ya datan de hace varios años. Todavía en esta primera década del siglo XXI tenemos un genocidio en curso. Y falta aún el consenso mundial (y la voluntad) para enfrentar decididamente el tema del cambio climático. Muchos se sienten como víctimas impotentes de fuerzas fuera de su control, o marionetas manipuladas por las «manos invisibles» del destino.

Los pesimistas perennes posiblemente estén pensando que los hechos les han dado la razón. Desde que los «ingenuos e ilusos» filósofos de la Ilustración creyeron en el siglo XVIII en la posibilidad de una humanidad cada vez más perfeccionada a través del conocimiento y la razón, y un progreso continuo en el mundo, muchos hechos posteriores parecen haber mostrado lo contrario. Llegaron las guerras napoleónicas, y la revolución francesa de transformó en otra cosa. Ya en el mismo siglo XIX tuvimos las crisis económicas de gran escala. El siglo XX tuvimos las dos guerras mundiales, la Gran Depresión, el nazismo y el fascismo; surgieron los campos de concentración, Auschwitz, los genocidios; aparecieron las armas nucleares y tuvimos a Hiroshima y Nagasaki; vino la desastrosa revolución cultural en China que cobró incontables víctimas inocentes; y el experimento del comunismo fracasó rotundamente, y dejó en su paso dictaduras, gulags y más víctimas. Hubo destrucciones causadas por humanos a una escala sin precedentes, a pesar de que también experimentamos avances a un ritmo nunca antes visto en la historia humana.

¿Queda realmente espacio para la esperanza y el optimismo? ¿Es válido todavía el idealismo al estilo Obama? ¿Sería que aquellos pesimistas con respecto a la naturaleza humana, que se mofan de la «ingenuidad» de los filósofos de la Ilustración, tienen después de todo la razón?

De ninguna manera creo poseer una respuesta absoluta para eso; tampoco pienso que nadie lo tenga realmente. No obstante eso, y a pesar de que otras voces mucho más autorizadas que yo piensen lo contrario, prefiero alinearme con el lado de la esperanza y el optimismo, y creer en que poco a poco, con el aporte de todos, nuestra humanidad va a cambiar y evolucionar hacia un mejor estado. Estoy consciente de que existen ideales o metas que por más esfuerzos que les dediquemos no los alcanzaremos en nuestras vidas, pero también creo que si no intentamos, nunca llegarán. Si hoy día muchos ideales y metas ya han sido alcanzados es porque en el pasado muchos también les dedicaron esfuerzos, sin alcanzar a ver los frutos en su vida. Nuestro tributo a los que nos antecedieron es hacer lo mismo en beneficio de los que nos sucederán.

Todo lo anterior lo acepto y expreso no por un puro y simple idealismo ingenuo, sino porque entiendo que tiene justificaciones de peso.

Es cierto que no creo que pueda invocar certezas científicas para justificarlo, por cuanto la ciencia aún no puede contestarnos si los fenómenos del mundo, incluyendo la historia humana, son deterministas o aleatorios. Quizás nunca tendremos esa respuesta. El examen de la historia humana tiende a indicarnos que en general la civilización humana avanza, pero también ha existido épocas de retrocesos, al menos en algunos sentidos. (Los teóricos que predijeron el curso inevitable de la historia dejaron de tener vigencia con la caída del comunismo). Incluso a nivel de la psicología humana, la neurociencia y la genética, todavía ni siquiera sabemos con exactitud qué papel desempeñan los genes, el entorno, la crianza y el aprendizaje en la formación de la personalidad de cada persona. Y en la filosofía, eminentes pensadores no han podido ponerse de acuerdo con respecto al alcance del libre albedrío, ni siquiera sobre si realmente existe o no. (En muchas religiones sí es un concepto aceptado).

Si prefiero pensar que los genes no dictan el curso total de nuestra vida, que sí tenemos el libre albedrío, que el destino no está predeterminado, sino que depende en parte de nuestras propias acciones y, consecuentemente, el futuro de nuestra humanidad también depende en parte de todos nosotros, es porque lo creo así, a pesar de saber que no tengo la absoluta certeza, y porque también facilita la vida. (Sobre este último punto ya la psicología y algunos filósofos y pensadores ―como Popper― lo han entendido y expresado desde hace mucho tiempo). Hace que la vida tenga más sentido, aun en el caso hipotético de que los fenómenos del mundo fuesen realmente deterministas y cada vida estuviera predestinada. Esa creencia posibilita la esperanza, que a su vez hace necesaria el optimismo. En ausencia de una sana dosis de optimismo, la esperanza se diluye, y sin la esperanza, el optimismo no tiene razón de ser. A falta de ambos, quedaría sólo la resignación. Caeríamos como Kunta o como el animal domado. Una perspectiva demasiado sombría y triste para ser aceptada.

El espacio para la esperanza y el optimismo no debe desvanecerse.


Imagen
Moon Landscape
© Alexey Arkhipov | Dreamstime.com

Monday, January 19, 2009

Reflexiones del inicio del 2009 (II): Nuestra propia falibilidad

Nuestra propia falibilidad

«Quizá esté yo equivocado y tú en lo correcto,
quizá con un esfuerzo a la verdad nos acerquemos».

Karl Raimund Popper
El credo de Popper [1] es un llamamiento al diálogo, al intercambio y la crítica constructiva de ideas —propias y ajenas—. Un grito a favor de la tolerancia y la razón, y en contra del fanatismo y el autoritarismo. Es también un recordatorio de las limitaciones de nuestros conocimientos, de nuestra propia posibilidad de errar —como humanos al fin— y, en consecuencia, de la necesidad de ser modestos. Invita a un esfuerzo continuo por aprender de otros y de nuestros propios errores, y de tratar siempre de buscar y acercarnos a la verdad.

Aunque la idea parezca moderna, es realmente mucho más antigua: ya Sócrates e incluso el presocrático Jenófanes la practicaban y predicaban hace más de dos milenios.

Sus implicaciones prácticas son profundas y extensas. Ciertamente, muchas calamidades a lo largo de la historia humana hubieran sido evitados si se hubiera practicado esa idea.


Recordemos sólo la historia reciente. Millones de seres humanos de buena voluntad creyeron en el siglo XX en la infalibilidad del sistema comunista. Tuvieron fe en que podía conducirnos a una sociedad más humana, más justa. Pero la realidad resultó ser otra: en la práctica, en vez de eso, produjo dictaduras, gulags, campos de concentración, pobreza, restricción de libertad, presos políticos y millones de muertos. (No olvidemos que muchísimos intelectuales —personas educadas, inteligentes y pensantes— en el Occidente y en otras partes del mundo estuvieron a favor de ese sistema y lo apoyaron).

El fanatismo ideológico nos trajo también los fenómenos del nazismo y fascismo. Y hoy el mundo sufre las consecuencias de los fanatismos religiosos y las violencias que han desencadenado.

Personalmente pienso que lo más sorprendente (al menos inicialmente) es darnos cuenta que esa idea es también aplicable a nuestros conocimientos científicos —incluso en las ciencias naturales—. A pesar de la rigurosidad del método científico, las teorías científicas sólo se basan en los conocimientos que se posee hasta el momento. Al aflorar nuevos conocimientos, algunas teorías son sustituidas por otras, algunas viejas descartadas, corregidas, o ampliadas y mejoradas. Un ejemplo conocido —quizás el más notable— lo tenemos en las teorías de Newton y la mecánica clásica: en el siglo XX fueron reemplazadas por la teoría de la relatividad de Einstein y poco después surgió la mecánica cuántica.

Quienes seguimos con interés los avances de la medicina y la fisiología, vemos con frecuencia que suposiciones aceptadas son descartadas posteriormente. (Y si nos remontamos a la historia de la medicina, nos encontramos con tratamientos totalmente erróneos que eran comúnmente practicados en siglos pasados).

En la medida en que aumentan nuestros conocimientos, afloran también más interrogantes. Mientras más conocemos, se acrecienta nuestra consciencia de nuestra propia ignorancia.

Hoy estamos pagando las consecuencias de otra falla del conocimiento humano: el descalabro del sistema financiero internacional. Una de las razones que se señalan es la falla de una de las premisas, la de que el sistema bancario y sus actores podían autorregularse, actuando siempre a favor de los intereses de los accionistas.

A la vista de todo eso, la humildad luce necesaria. Siempre.

Incluso en ámbitos mucho más reducidos, nos beneficiamos con la aplicación de la idea de Popper. Imaginen cuántos conflictos interpersonales entre esposos, familiares, amigos, colegas, y hasta entre desconocidos se pudieran resolver si nos mantenemos abiertos al diálogo, y estemos dispuestos a admitir nuestra propia falibilidad y a escuchar y aprender de los otros. (Claro, esa actitud debe ser recíproca y no unilateral).

Afortunadamente existen muchos seres humanos de buena voluntad que buscan afanosamente la fórmula para convertir este mundo en un lugar mejor, para hacer de la humanidad más humana. Me parece que obrarían bien en incorporar la idea de Popper como una de las bases de dicha fórmula.


Nota
[1] En inglés original es “I may be wrong and you may be right, and by an effort, we may get nearer to the Truth”, publicado por primera vez en Open Society (1945, volumen II, capítulo 24). La cita en español que hemos seguido aquí viene de:

K.R. Popper, “Introducción”, El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionalidad (The Myth of the Framework: In Defence of Science and Rationality), trad. al español M.A. Galmarini, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 2005, p. 13.

Imagen
La Discussion politique. Pintura por Émile Friant (1889). Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Friant_La_Discussion_politique.jpg

Reflexiones del inicio del 2009 (I): La aplicación del conocimiento

Como siempre, inicio el año compartiendo algunas reflexiones personales, que en esta ocasión van en entradas separadas, en vez de una sola larga entrada. Me disculpo por la tardanza esta vez —el 2009 ya lleva tres semanas—, pero mejor tarde que nunca.


La aplicación del conocimiento

«No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer».
Johann Wolfgang von Goethe
Son tantas las situaciones en las que esas palabras de Goethe aplican.

Están los estudiantes que saben la fecha para la entrega de un trabajo o de un examen, pero nunca empiezan a tiempo su trabajo o estudio. O las personas que conocen su necesidad de una dieta sana o de ejercicios físicos, pero nunca empiezan o abandonan la práctica tras haber empezado. Esos son temas triviales, de repercusiones y consecuencias limitadas mayormente a los propios actores.

Pero en muchas otras ocasiones las consecuencias pueden ser nefastas y recaen sobre otros: los accidentes de tránsito causados por personas debido a su manejo temerario o a su estado de embriaguez. En esos casos, alegatos de ignorancia como justificación serían prácticamente permisible sólo para trastornados mentales. (También para extraterrestres recién llegados a nuestro planeta o primates habilidosos). Claro, en la mayoría de los casos tampoco deseaban causar daños, pero la acción iba en contra del deseo.

Algunas situaciones muy arraigadas tienen una implicación mucho más extensa y profunda para toda la sociedad humana.

La mayoría de las personas con cierto nivel de educación asentirán que el racismo es una barbaridad (en su acepción negativa). Afirmarán también que es propia de ignorantes la discriminación por sexo, belleza física, nivel económico o social, nacionalidad, etc. Pero una cosa es lo que afirman o razonan y otra son sus acciones, conscientes o inconscientes, al respecto. A muchos de los que practican la discriminación y el prejuicio no les faltan la educación ni el conocimiento respecto a esos temas.

En todas las culturas y religiones importantes de la historia ha estado presente alguna variación de la ética de la reciprocidad (la famosa «regla de oro»: trate a tus congéneres como te gustaría ser tratado, o no hagas a tus congéneres lo que no deseas que te hagan). Prédicas no han faltado, ni tampoco el conocimiento de esas prédicas; sólo ha faltado la puesta en práctica, al menos en forma consistente.

Una pregunta que me surgió hace unos años y que compartí con unos amigos dentro de un mensaje electrónico el lunes, 13 de agosto de 2001, decía:
«Alguien pudiera saber por qué será que si el concepto de que todo hombre está hecho a la imagen de su creador, DIOS, existe desde el principio del cristianismo, entonces no fue hasta la independencia de los EUA y la revolución francesa, en el siglo XVIII, que el concepto de que todos los hombres nacen iguales, con los mismos derechos, fuera seriamente instituido y aceptado. ¿Qué pasó durante todos esos siglos? ¿No hubo ninguna mente preclara que cuestionara las clases, la esclavitud, etc., partiendo de ese concepto fundamental cristiano? ¿Luminarias intelectuales como Santo Tomás de Aquino, San Agustín y quizás Blaise Pascal, o seres tan compasivos como San Francisco de Asís, nunca cuestionaron ese tema?».
A mí me parece que una de las mayores debilidades humanas estriba en la falta de aplicación del conocimiento, más que la carencia del conocimiento en sí.

Esa debilidad la seguimos padeciendo hoy día, a veces con repercusiones calamitosas. El genocidio en Darfur es un caso actual, pero igual sucedió hace pocos años en Ruanda y parcialmente en los Balcanes.

De una magnitud aún mayor es otra manifestación actual de esa debilidad: nuestra indiferencia e inacción frente al cambio climático y la desaparición de especies en masa ―consecuencias de actividades humanas― ponen en peligro no sólo una buena parte de la humanidad y las generaciones venideras, sino también las otras formas de vida que comparten con nosotros la Tierra.

Recordar siempre esas palabras de Goethe luce entonces acertado, por nuestro propio beneficio personal y por el bien colectivo.


Imagen
Visual analytics practice. Fuente: Wikimedia Commons http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Visual_analytics_practice.jpg